Monte Pilatus


Nos levantamos muy temprano para aprovechar al máximo el día. En una misma jornada queríamos hacer muchas cosas y el tiempo apremiaba. Nos dirigiríamos a Lucerna en coche, por la carretera A-12, a una distancia de 153 km., navegaríamos por el Lago de los Cuatro Cantones, subiríamos en el tren cremallera más empinado del mundo hasta la cima del Monte Pilatus y bajaríamos en teleférico primero y telecabina después hasta Kriens, donde cogeríamos un autobus urbano hasta la ciudad de Lucerna. 

El lago forma un amplio brazo en su extremo sudeste, con pueblos que tienen una fuerte vinculación con la historia suiza.

Vista del Lago de Los Cuatro Cantones 
El barco era el medio más romántico para surcar unas aguas que cambiaban de color según el lugar desde donde las observábamos. Azul marino desde la cubierta del barco, azul plomizo o incluso verde esmeralda cuando las veíamos desde el teleférico del Monte Pilatus a 2.132 m., o navegando las esquinas de los cuatro cantones que dan nombre al lago: Lucerna, Uri, Scwyz y Unterwalden

Nada más llegar dejamos los coches en un aparcamiento y nos dirigimos a los embarcaderos de la ciudad para buscar el barco que nos llevaba hasta Alpnachstad


Para subir al Monte Pilatus, Alpnachstad y Kriens son sus accesos principales. El primero cuenta con un tren cremallera para subir a la cumbre y Kriens dispone de un funicular. 


Como acceder a la cima del Monte Pilatus
Aunque nosotros fuimos en barco, también es posible ir en tren o coche hasta el punto desde donde parte el tren cremallera y comenzar esta bonita y recomendable excursión.

El Lago de Lucerna es uno de los lagos navegables más bellos de Suiza (434 m sobre el nivel del mar), resulta fascinante por la belleza de sus paisajes y poder descubrirlo navegando sus aguas fue ideal, ya que nos permitió captar al máximo la belleza de las poblaciones ribereñas así como las montañas más famosas del mismo.



En la cubierta del barco.
En un día de verano, lo ideal era disfrutar de la brisa al aire libre, tanto en proa como en popa, las vistas de las mansiones y montañas del lago eran preciosas. 

Noventa minutos después llegamos a Alpnachstad. Ya desde el puerto podíamos ver el tren cremallera que debíamos coger para subir al Pilatus. Tras sacar los billetes, subimos al tren y esperamos para iniciar el ascenso. Sería toda una aventura.


Vista del Monte Pilatus.
Tras el relajante paseo en barco, la subida fue una experiencia inolvidable. Nada más montar comprobamos que realmente el trayecto era muy inclinado, había que ir con cuidado de no acabar rodando vagón abajo.

El Monte Pilatus es una montaña de los Prealpes suizos, un símbolo de las excursiones de montaña en Suiza. No es por su modesta altura de 2.132 metros, sino por el tren cremallera que llega hasta ella, salvando pendientes de hasta un 48%.




Este tren fue inaugurado en 1889. Eduard Locher-Freuler consiguió llevar un ferrocarril a la cima del monte por un terreno abrupto y muy escarpado que requirió técnicas ingeniosas e innovadoras. De hecho, el sistema de vía y el diseño de bastidor es único en el mundo.


Alpnachstad. Base del tren cremallera
El trayecto dura 40 minutos y sube primero entre un bosque de abetos por el que vislumbrábamos las aguas del lago de los Cuatro Cantones. Tras cruzar túneles y contemplar verdes y escarpados prados, llegamos a la cima del Pilatus. 

Como el tren para dentro del hotel Bellevue, al bajar lo primero que vimos fueron las tiendas de sourvenirs. Pero nada más salir al exterior nos dimos cuenta de lo bonito que era el paisaje.

El tren cremallera llegando a la cima
Punto de llegada, mirador y hotel















En   la  cima,  la    realidad    superó ampliamente  a  lo  esperado, quedamos sobrecogidos por el espectáculo de la naturaleza en estado puro. Un  paisaje  de  montañas, lagos,  bosques  y  prados que se extendían  como una  alfombra  infinita a  nuestros  pies, 360 grados a nuestro alrededor, hasta donde nos alcanzaba la vista.


Uno de los senderos
Galerias excavadas en la montaña













El Monte Pilatus tiene una amplia red de senderos. Hay varios  miradores, a  los  que se  accede  por  unas  escaleras.  Nosotros,  tras  una  subida  de unos 10 minutos llegamos al  mirador Essel, que está junto al hotel. No exagero al decir que la vista de los lagos y los Alpes es  espectacular, al igual que la panorámica del recinto del Pilatus.

También caminamos en la cima por el Drakenweg, el camino de los dragones, que discurre en parte por una galeria rocosa con buenas vistas.
Galerias y mirador

Después  de  subir  a miradores,  caminar  por  galerías  excavadas  en la roca, subir  y  bajar escaleras, y disfrutar del paisaje, nos dirigimos a comer, en la misma cima, en una  terraza con magníficas vistas.

Cuando acabamos de comer, era la  hora  de bajar  para visitar Lucerna, así que nos dirigimos al teleférico en forma de trapecio y con grandes ventanales que nos bajó por la zona más abrupta del monte hasta el telecabina.


Vistas del lago desde la cima














Durante el trayecto en el telecabina hacia Kriens, pasamos entre abetos y prados, con Lucerna al fondo, y el lago y montañas a nuestro alrededor.

Al llegar cogimos un autobús urbano que nos llevó al centro de Lucerna, junto al famoso puente de madera y flores icono de la ciudad.  



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