Alsacia, Selva Negra y Suiza


Viaje verano 2017

Nuestra intención era hacer un viaje por la región francesa de Alsacia, decidimos hacerlo en coche para poder visitar el mayor número de lugares de interés. Al ser un viaje tan largo, también nos acercarnos a la Selva Negra alemana, a Heidelberg y a las ciudades suizas de Basilea y Zúrich.

Estuvimos 12 dias de viaje, y como el trayecto era tan largo, hicimos una parada en la ciudad medieval de Pérouges donde pasamos la primera noche.




Día 1: Pérouges

Llegamos a Pérouges por la tarde después de un largo y pesado día de viaje a causa de todos los atascos que pillamos en las autopistas francesas. A pesar de los 1000 km hechos ese dia, nada más llegar al hotel dejamos las maletas y nos fuimos a visitar la ciudadela medieval y cenar en uno de sus bonitos restaurantes.

La Porte d´en Haut
Pérouges pertenece a la región de Ródano-Alpes, la ciudadela medieval está en lo alto de un monte y rodeada de una muralla, con calles y casas de piedra, es un pueblo bonito y muy visitado. En Pérouges se han rodado varias películas de mosqueteros ambientadas en esos siglos.


Plaza del Tilo

Está considerado como uno de los pueblos más bellos de Francia y es cierto, sus fachadas antiguas, sus calles de guijarros, su iglesia, mansiones renacentistas junto a casas medievales.

Vista de la ciudadela de Pérouges


Nosotros nos quedamos en un hotel fuera de la ciudadela medieval por ser ésta totalmente peatonal. Preferimos dejar el coche abajo y subir paseando y disfrutar la visita. Hay varios aparcamientos cerca de la muralla para dejar el coche.

Una especialidad gastronómica es la galette de Pérouges, hecha de una base de pasta brioche con azúcar y mantequilla.




En la plaza central del pueblo hay un Tilo que fue plantado justo después de la Revolución Francesa como símbolo de la Libertad.

Al día siguiente salimos hacia Alsacia, nos esperan más de 400 km de carretera hasta llegar a nuestro destino: Colmar.


La Rue des Princes



Día 2: Colmar

 Salimos temprano y el trayecto fue muy diferente al día anterior; poco tráfico y nada de atascos. Todos los que tenían que salir ese fin de semana lo hicieron el día antes por lo visto. 

Llegamos a Colmar a mediodía y después de ir al hotel y comer nos dirigimos al centro histórico para comenzar nuestra  deseada visita a la ciudad.


La Petite Venice
Decidimos quedarnos a dormir cuatro noches en Colmar por ser una ciudad muy bonita, con muchos puntos de interés y estar muy bien situada en la ruta que queríamos hacer.

No podéis dejar de visitar el barrio de La Petite Venice (La Pequeña Venecia), con sus casas tradicionales medievales que bordean al rio Ill. Algunas de  estas  casas  junto  al barrio de la pescadería fueron construidas en la segunda mitad del sigo XIV  
 Casas junto al rio Ill


Como el centro histórico es peatonal, nos quedamos en un apartahotel fuera del centro, con garaje y apenas a cinco minutos a pie del centro histórico de la ciudad.

Nada más comenzar a pasear por el centro de Colmar, nos dimos cuenta de que no era una ciudad cualquiera, de hecho, no parecía real, era como entrar en un cuento donde todo podía ocurrir y donde no había pasado el tiempo.



Plaza del 2 de Febrero

No sabíamos donde mirar, todos los rincones eran encantadores y maravillosos, las casas con sus entramados de madera, los colores de las fachadas, los restaurantes y comercios adornados y cuidados como de otro tiempo... En fin, todo muy pintoresco y bien conservado.


 
Pero en Colmar no solo se puede pasear, hay bonitas iglesias y si tenéis tiempo, no dejeis de visitar  el Museo Unterlinden, ubicado en el antiguo convento de los dominicos y orgullo de sus ciudadanos.


En fin, Colmar no es solo una ciudad de cuento, fue Ciudad Imperial en 1266, y hoy en día, se le considera la Capital de los Vinos de Alsacia. 

Una curiosidad y que desconocíamos hasta llegar allí es que en esta ciudad nació en 1834 el escultor Bartholdi, creador de la Estatua de la Libertad que Francia regaló a Estados Unidos. Este escultor está enterrado en el Cementerio de Montparnasse de París.
 Paseando por la ciudad se ven unos triángulos dorados en el pavimento que nos dirigen a la casa natal de Bartholdi.



Restaurante en uno de los canales
Indicación casa escultor Bartholdí






















Después  de  disfrutar de  nuestra  visita  a  Colmar, cenamos
en   una  de  las   incontables  terrazas   que   hay  por   todo  el   centro  para  descansar
del largo día.

El centro histórico está lleno de restaurantes, creperias, terrazas y comercios donde poder beber una copa de vino alsaciano, una cerveza del lugar y  comprar un regalo, un recuerdo o una bonita artesanía de Alsacia. Que decir que nosotros cumplimos con todo lo que nos ofrecía la ciudad, y subimos al tren turístico, compramos regalitos, recuerdos y una cigüeña que es un símbolo de Colmar. Después de esto, volvimos a nuestro hotel a descansar para ir a visitar el día siguiente la ciudad de  Estrasburgo.



Restaurantes y terrazas en el centro histórico de Colmar







Si queréis más información y fotos de Colmar, hay una entrada aparte: pinchad aquí.


Día 3: Estrasburgo

Estrasburgo se encuentra a 72 km de Colmar. Tardamos aproximadamente una hora en llegar por el tráfico de entrada a la ciudad. Nada más llegar buscamos un parking para dejar el coche y poder visitar la ciudad tranquilamente y a nuestro aire.
Los Puentes Cubiertos

Nos gustó desde el primer momento. El centro tiene un tamaño ideal para recorrerla a pie o en bicicleta. Es una ciudad elegante y alegre, llena de turistas, con un rico patrimonio arquitectónico y cultural que la ha llevado a ser nombrada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. 

Lo primero que hicimos al llegar al centro fue comprar los billetes en un muelle muy cerca de la Catedral para subir al batorama y dar un paseo por el rio para ver la ciudad. Desde luego lo recomiendo; está muy bien para hacerse una idea de dónde se encuentra lo que más adelante visitaremos y a la vez disfrutar de las bonitas vistas. El batorama tiene audioguias en muchos idiomas y las explicaciones son muy completas. Te cuentan la historia de la región, de la ciudad, iglesias, palacios, etc.  La duración del paseo es de unos 70 minutos.


Batorama












La catedral de Nôtre-Dame fue construida en estilo gótico tardío entre los siglos XI y XV y su torre campanario de 142 metros de altura, fue la más alta del mundo durante varios siglos. 

La entrada a la Catedral es gratuita aunque a veces se forman colas pues por razones de seguridad revisan las mochilas a la entrada. Cuando subimos al campanario disfrutamos de unas vistas muy bonitas de la ciudad.

Otra atracción es el reloj astronómico, construido en 1547 por relojeros suizos y dotado con autómatas que protagonizan un desfile de apòstoles ante Cristo mientras un niño, un adolescente, un adulto y un anciano personifican las edades de la vida.

Parlamento Europeo
Catedral

Después comimos en un restaurante creperia de la Rue du Maroquin, una calle que sale de la plaza de la catedral y llega hasta el rio y está llena de restaurantes y terrazas.

Rápidamente nos dirigimos hacia el Parlamento Europeo donde teníamos concertada una visita guiada.

Antes de empezar este viaje buscamos en internet información para poder visitar el Parlamento Europeo y vimos que en agosto no era posible por no haber sesiones de los eurodiputados.
A pesar de esto, la mañana que llegamos a Estrasburgo decidimos ir a verlo por fuera y para nuestra sorpresa pudimos apuntarnos a una visita guiada de la tarde.

La visita fue muy interesante aunque tuvimos que hacerla con un grupo en francés. Mientras que visitábamos el edificio nos explicaban el funcionamiento de la institución y nos mostraban algunas salas y su uso habitual. También visitamos el Hemiciclo, y después de la explicación pudimos hacer fotos en él.

La duración de esta visita fue de una hora y media aproximadamente, y mereció la pena el tiempo de espera por las medidas de seguridad del edificio.


La Petite France

Después de esta visita volvimos al centro y continuamos paseando por las calles de la ciudad hasta la Petite France, el antiguo barrio de los curtidores con sus canales y casas medievales con sus fachadas de entramados de madera,sus calles estrechas con antiguas tabernas y muchos turistas.

También merece la pena entrar en las bonitas iglesias de la ciudad y llegar hasta el Barrio Alemán y la Barrage Vauban (o Gran Exclusa) construida en el siglo XVII para defensa de la ciudad ante un ataque.


Gran Exclusa


Volvimos paseando desde los Puentes Cubiertos hasta la Plaza de Gutemberg y una vez que llegamos hasta el rio, decidimos sentarnos en una terraza para un merecido descanso y después de cenar en Estrasburgo volvimos a nuestro hotel en Colmar y reponer fuerzas para la jornada siguiente .

Nos esperaba un imponente castillo y unos preciosos bosques y lagos en el macizo de Los Vosgos.






Día 4: Castillo de Haut-Koenigsbourg, Los Vosgos y Obernai.

A 27 km de Colmar por la autopista hacia Estrasburgo se encuentra el Castillo de Haut-Koenigsbourg sobre una montaña a la entrada del Macizo de Los Vosgos. La vista desde el castillo es impresionante y en los días claros se puede ver la Selva Negra y hasta los Alpes. Situado en un lugar privilegiado y considerada una de las fortalezas más bonitas de Francia. Este castillo ha sido propiedad de diversos nobles y reyes, de ahí su nombre.


Castillo de Haut-Koenigsbourg
Interior del Castillo












Fue construido sobre el Monte Stophanberg y destinado a vigilar las rutas del trigo y del vino. Es uno de los monumentos más visitados de Francia y personalmente aconsejo hacerle una visita en vuestro viaje.

Decidimos visitarlo a primera hora de la mañana para evitar encontrar muchos turistas y acertamos, pues más tarde llegaron la mayoría de visitantes.

Como es frecuente que la niebla envuelva el castillo, nosotros fotografiamos el exterior del castillo antes de entrar a visitarlo y a la salida lo encontramos envuelto en una densa niebla. Y no digo que con esa niebla no fuese maravillosa la imagen romántica y bucólica del mismo, que lo es y mucho, pero si se quiere hacer unas fotos del exterior del castillo y los bosques cuando lo envuelve la niebla es más difícil.


Sala de armas
 Para mi, esta visita fue de lo mejor del viaje, el interior también es muy interesante, con sus muebles y estufas de cerámica, sus preciosos frescos con los escudos de las familias propietarias del castillo y bonitas vidrieras.

 Con la visita guiada pudimos conocer la rica y apasionante historia de esta fortaleza unida desde hace siglos a la historia de Francia y que vivio saqueos, y destrucciones pero ahora ofrece al visitante un viaje por la historia de esta región fronteriza. 

Con un poco de pena abandonamos el castillo  y continuamos camino hacia Obernai a la vez contentos por lo que sabíamos que nos deparaba la jornada, nos quedaba por visitar una ciudad y luego adentrarnos en el Parque Natural de Los Vosgos.  


Calle principal de Obernai
Esta encantadora ciudad se encuentra a 37 kms al norte del castillo, en la famosa Ruta del Vino de Alsacia, dirección hacia Estrasburgo,  entre las montañas de Los Vosgos y el Monte Sainte Odile.

Rodeada de bonitos viñedos y la vista de Los Vosgos, Obernai se puede visitar en unas pocas horas. Lo más destacado de esta ciudad son sus murallas, el centro histórico con sus casas típicas alsacianas, la iglesia de San Pedro y San Pablo con su bonita torre y hacer un descanso en alguno de sus restaurantes y terrazas para probar algo de la gastronomía alsaciana y de sus vinos.


Torre campanario
Iglesia de San Pedro y San Pablo
Si el día está despejado, y durante nuestra visita así fue, se puede ver desde Obernai las agujas de las torres de la Catedral de Estrasburgo. 

Terminada  nuestra visita  a Obernai  era  el  momento  de visitar  el corazón  del Macizo de
Los Vosgos. Estábamos ansiosos por caminar por sus bosques y visitar sus lagos.

En vez de coger la autopista, decidimos ir por una carretera que discurre entre viñedos con preciosas vistas y que comunica Obernai con el pequeño pueblo de Sainte-Marie-aux-Mines. Este pueblo es donde comienza una de las rutas para adentrarse en el corazón del Parque Natural Regional de Los Balones de Los Vosgos.
Los Vosgos

Queríamos hacer la Ruta de Las Crestas que marca los límites entre las regiones de Alsacia y Lorena y también visitar un mirador y unos lagos situados en esa ruta.

La carretera que tomamos para hacer esta ruta en pleno bosque, a pesar de ser de montaña, no era nada peligrosa y pudimos contemplar unas maravillosas vistas y disfrutar de grandes y preciosos árboles que nos envolvían conforme avanzábamos por nuestro camino. 


Lago Blanco

















Así fue hasta llegar al mirador del Puerto de Le Bonhomme, por supuesto aprovechamos para hacer unas   fotos   del  bosque  y  lagos   de  esta   zona   de 
Los Vosgos. 

Continuando por esta misma carretera se llega luego al Lago Negro y al Lago Blanco. Desde la fuente del lago se pueden hacer fotos de él desde arriba y luego bajar para pasear por su orilla como hicimos nosotros.

Después de pasear por el lago y sin salir del Parque Natural nos dirijimos por la carretera D-415 durante 30 km hasta Colmar donde cenamos y  preparamos nuestra siguiente jornada por los pueblos de La Ruta del Vino.


Día 5: Ruta de los vinos: Ribeauvillé, Riquewihr y Eguisheim.

Nuestro último día en Alsacia lo dedicamos a visitar los bonitos pueblos que forman la conocida Ruta de los Vinos. Por supuesto no pudimos visitarlos todos pero hicimos una selección con los que nos parecieron más interesantes y así pasar nuestra última jornada en Francia antes de viajar a Alemania y visitar la Selva Negra.

Otros pueblos bonitos de ver en esta ruta son Hunawihr, Kayserberg, Turckheim y Mulhouse.


Ayuntamiento Ribeauvillé
Como he comentado antes, solo visitamos Ribeauvillé, Riquewihr y Eguisheim por falta de tiempo, pero también es cierto que estos pueblos son muy parecidos y no es necesario verlos todos para tener una imagen completa de la Alsacia rural que tanto nos gusta.

La distancia entre Ribeauvillé al norte y Eguisheim al sur es de 20 km por lo que al ser desplazamientos pequeños el día se aprovecha muy bien para las visitas turísticas. Aconsejo ir por la carretera que une estos pueblos de la ruta y no por la autopista puesto que es un camino encantador entre grandes extensiones de viñedos y salpicados de pueblecitos con Los Vosgos de fondo.


Torre de los Carniceros. Ribeauvillé.
Esta Ruta del Vino, de 108 km, que serpentea por los Vosgos entre Marlenheim y Thann es de las más famosas de Francia, muy frecuentada por turistas y donde además de viñedos encontramos bodegas, tabernas donde beber un buen vino blanco y museos del vino.

Nosotros comenzamos la jornada visitando Ribeauvillé, un bello ejemplo de villa alsaciana con una estrecha Calle Mayor, flanqueada por casas medievales y patios del siglo XVI. La mejor forma de disfrutar de este pueblo es recorriendo su calle Mayor. Desde la entrada a Ribeauvillé, hasta su parte alta, esta calle te permite cruzar todo el pueblo y así disfrutar de su arquitectura y patrimonio.



La Calle Mayor está dividida en dos por la Torre de los Carniceros, originaria del siglo XIII y muy cerca de allí se encuentra la Fuente du Vigneron, la Iglesia del Convento, Iglesia de St. Gregorio y el ayuntamiento.

Ribeauvillé es conocida además de por sus vinos, por los tres castillos situados en la montaña que domina el pueblo, el castillo Saint Ulrich, Haut-Ribeaupierre (siglo XII) y Giersberg (siglo XIII). Estos castillos forman un conjunto feudal de primer orden entre los históricos lugares alsacianos.
Calle Mayor de Ribeauvillé


Mientras paseábamos por la Calle Mayor, entrábamos a los numerosos comercios y bodegas del pueblo para probar y comprar sus vinos y productos típicos.

Como llegamos bastante temprano a Ribeauvillé, a media mañana ya habíamos terminado nuestra visita y nos dirigimos en coche hacia Riquewihr.
Muralla de Riquewihr

Podemos decir que Riquewihr tiene todo lo necesario para considerarlo el pueblo más bonito de Alsacia. Esta ciudad fortificada, ubicada en un valle entre viñedos, montañas y bosques tiene además de este patrimonio natural un inmenso patrimonio arquitectónico con más 40 monumentos clasificados como monumentos históricos.

Riquewihr está protegida por una doble muralla, sus casas erigidas entre los siglos XV y XVIII forman un conjunto urbano denso y de una riqueza arquitectónica excepcional.



Calle General de Gaulle. Al fondo la Puerta Alta.

Nosotros lo visitamos un miércoles pues parece ser que los fines de semana  acuden grupos de turistas y la visita no es tan agradable.











Al pasear por sus calles podemos contemplar iglesias, casas con entramados de madera, de fachadas coloridas y con muchas flores, la muralla, la Casa Schickhardt, el Ayuntamiento, el rascacielos (12 de la Rue du Gial de Gaulle) del siglo XVI y cinco plantas de altura , con 25 m. de alto es una de las casas de madera más altas de Alsacia. También son bonitas la Casa Gourmet, la fuente de La Sinne, la Torre de los Ladrones, La Puerta Alta, la Casa Dissier y tantas otras. 

Casa "El rascacielos"














Pero Riquewihr no alimenta solo nuestra vista, con sus bodegas y comercios de productos artesanos, sus restaurantes, pastelerias, terrazas... En fin, un placer para todos los sentidos y que no dejará indiferente a nadie.





Ya acabada nuestra visita, y después de un descanso en una de sus terrazas, dejamos este bonito pueblo para ir a visitar Eguisheim.


Unos kilómetros más al sur y siguiendo siempre ese misma carretera entre viñedos llegamos a Eguisheim. Una vez dejado el coche en un parking nos dedicamos a visitarlo

No es muy grande, así que bastan unas horas para pasear por sus calles empedradas, ver sus fachadas típicas de entramados de madera, la iglesia y las bonitas fuentes.

Plaza Central. Castillo Condes de Eguisheim y la Iglesia


Seguramente lo más característico de Eguisheim sean sus calles concéntricas, como todo el casco antiguo se encontraba en el interiror de la muralla, ahora es posible pasear por una calle que era el camino de ronda medieval. 

Pero si el paseo por las callejuelas es bonito, no es nada comparado a la sorpresa de llegar a su plaza central o Plaza del Mercado, expléndida, un bello conjunto arquitectónico formado por una fuente renacentísta de finales del XV y catalogada de monumento histórico, el castillo de los Condes de Eguisheim con la capilla del Papa León IX y la iglesia del románico tardío de San Pedro y San Pablo.



Decir que este pueblo nos sorprendió sería quedarse corto, mucho más tranquilo e íntimo que Riquewihr, encontramos pocos turistas, pero sin nada que envidiar a otros pueblos de la Ruta del Vino. Recomiendo entrar a la iglesia y disfrutar de las vistas en su Plaza del Mercado. Nosotros desconocíamos la historia de Eguisheim y resultó muy interesante.
Bodega

Escultura del Papa León IX


















Con la visita a Eguisheim acabamos la jornada, volvemos para cenar y dormir en Colmar y esta noche preparar maletas para mañana continuar camino hacia Alemania. Nos marchamos conociendo mucho más esta región de Francia y satisfechos por todas las emociones vividas estos días.


Nuestra próxima estancia será en Friburgo para desde allí visitar la Selva Negra y Heidelberg. 



Día 6: Selva Negra. Friburgo.

Dejamos Francia y nos dirigimos a Alemania. La distancia entre Colmar, donde nos alojábamos, y Friburgo, donde dormimos tres noches, solo es de 52 km, y en menos de una hora nos encontramos ya en el hotel deshaciendo maletas. Como salimos de Colmar muy pronto, tuvimos toda la jornada para visitar Friburgo.

La carretera que une estas dos ciudades deja atrás Alsacia, atraviesa la planicie que separa Los Vosgos de la Selva Negra y después de cruzar el rio Rin,  que se encuentra a mitad de camino y es frontera natural entre estos dos países, llegamos a Friburgo que es considerada la puerta de la Selva Negra.

Las autopistas alemanas son gratuitas y sin límite de velocidad excepto en los días de lluvia. Por este motivo se conduce muy rápido, encontramos algunos tramos de autopistas en obras y un tráfico denso. Todo esto, unido a la lluvia, fue lo habitual en nuestros desplazamientos por las carreteras alemanas.

Vidrieras Catedral Friburgo
Catedral Friburgo














Teníamos muchas ganas de visitar los densos bosques de abetos, hayas, castaños y robles de este territorio del que tanto habíamos oído hablar. Pero aún tuvimos que esperar unos días para adentrarnos en el corazón de la Selva Negra. Nuestro primer destino era Friburgo y la jornada siguiente la dedicaríamos a visitar Heidelberg.

Nada más llegar al hotel y dejar las maletas pedimos un plano de la ciudad en el hotel y con los paraguas en mano comenzamos nuestra visita a Friburgo.

Siempre que llegamos a una ciudad nueva y salimos a sus calles a visitarla por primera vez, nos invade una agradable sensación que imagino que conocerán las personas que disfrutan de los viajes: cuando lo planean, durante los días del viaje y después de este con las fotos y recuerdos de los lugares que nos hicieron sentir bien.


Torre Catedral











Pues así nos sentíamos cuando, con plano y paraguas en mano, salimos del hotel y empezamos a caminar por las calles del centro hasta llegar a la Plaza de la Catedral (Münsterplatz) y después de doblar una esquina nos encontramos con la Catedral.

La Catedral de Friburgo, de estilo gótico, fue construida en tres etapas sobre una iglesia románica y desde luego es el monumento más alto e imponente de la ciudad.

Su torre mide 116 m de altura y se puede subir para ver los tejados rojos del centro histórico y disfrutar de una panorámica de la ciudad.
Kaufhaus Siglo XVI

Se dice que Friburgo tiene un ritmo más tranquilo que otras ciudades alemanas, y quizás por eso, el reloj del campanario de la catedral carece de minutero.

 Cuando entramos en la Catedral, disfrutamos de la paz que transmiten estos hermosos templos góticos, nos extasiamos con sus impresionantes vidrieras medievales originales y además, tuvimos la suerte de asistir a una misa con música de órgano y donde tanto los sacerdotes como los feligreses cantaban lo que seguian en los libros de salmos.

Realmente fue una experiencia inesperada, y no es que en España no lo hayamos vivido en otras ocasiones, pero fuera de casa y en alemán era la primera vez.

Puerta de Martín
Friburgo es ciudad universitaria y se nota en lo animada que es y en la gran cantidad de bicicletas que circulan por ella, que junto a tranvías y autobuses, son los únicos vehículos que pueden circular por la amplia zona peatonal.

Por ello, entre otros motivos, es considerada la ciudad más ecológica de Alemania.

A continuación seguimos paseando por la Plaza de la Catedral, muy animada por cierto, y no solo de turistas sino de vecinos  que se acercan a pasear por el mercadillo que instalan todos los días en la plaza y del restaurante terraza que hay en un lateral de la catedral y que antiguamente fueron almacenes de la ciudad.

Este edificio en el lateral de la Catedral es el Historisches Kaufhaus, almacenes construidos en el siglo XVI, del mismo color rojo que el viejo ayuntamiento, dos estilizadas cúpulas y la fachada con bellos escudos y esculturas del emperador Maximiliano I, el rey Felipe el Hermoso, el emperador Carlos V y su hermano Fernando I en honor a la Casa de los Austrias.

Seguimos callejeando por Friburgo con cuidado de no pisar los pequeños canales que bordean las calles y que durante la Edad Media suministraban agua a los pescadores y curtidores locales. Una tradición asegura que si un visitante varón pisa estos canales, se casará con una chica de la ciudad. No sé si vale también para las mujeres, pero como no quiero ser bígama, prefiero evitar el riesgo.


Ayuntamiento Nuevo y Viejo
Y paseando llegamos a la Rathausplatz o Plaza del Ayuntamiento. Aquí, se encuentra el Antiguo y el Nuevo Ayuntamiento y es en el Antiguo donde está la oficina de turismo de la ciudad. Ambos datan del siglo XVI y son Monumento Nacional.

En el edificio del Antiguo Ayuntamiento lo más llamativo es su característico color rojo, la torre  con portal renacentista y un reloj coronado con un águila bicéfala del Sacro Imperio Romano Germánico.

Aprovechando las terrazas que hay en esta plaza y lo cansados que estábamos, decidimos sentarnos en una heladería mientras disfrutábamos de la animación y de las vistas.


Ayuntamiento
Nos quedaba por visitar las dos puertas de la muralla antigua de la ciudad: Puerta de Martín y Puerta de los Suabos. Esta última de gran valor defensivo por su situación en un cruce de caminos y la Puerta de Martín la más antigua y que data del siglo XIII.

Visitado los monumentos de mayor interés, era el momento de pasear sin rumbo fijo, a lo largo de la Kaiser-Joseph-StraBe hasta llegar a las calles más románticas de Friburgo, la Fischerau y la Gerberau, ambas junto a un canal. Aquí vivían y trabajaban los pescadores y curtidores medievales. Hoy permanece el canal, sus puentes y unas casitas  con muchos geránios en sus balcones.


Puerta de los Suabos
Como era de esperar, se nos pasó la hora de la cena en Alemania  y no fue facil encontrar un restaurante con mesas libres. Al final conseguimos cenar en un pequeño restaurante  cerca de la Puerta de los Suabos, con pocas mesas y una camarera alemana muy agradable.

Después de la cena, paseamos por la ciudad, vimos sus monumentos iluminados y volvimos a nuestro hotel a descansar para la jornada siguiente: Heidelberg.
    



Día 7: Heidelberg.

En esta jornada viajamos hasta Heidelberg, a 186 km de Friburgo y dos horas de carretera por autopista.

Esta ciudad alemana está situada en el valle del rio Neckar, al noroeste del land de Baden-Württemberg.


Vistas de Heidelberg desde el Castillo
Puente Viejo sobre el río Neckar
 Conocida principalmente por su castillo y su universidad, la más antigua de Alemania y fundada en 1386, cuando se contempla la ciudad desde la derecha del río Neckar  es imposible no enamorarse de inmediato de ella.

Heidelberg es considerada la ciudad más romántica de Alemania y cuna del romanticismo alemán. y basta pasear por sus calles y subir a su castillo para dar fe de ello.




Nosotros comenzamos nuestra visita en la orilla derecha del río, en el inspirador Paseo de los Filósofos, un sendero peatonal frente a la ciudad con un mirador desde el cual admirar las vistas de la ciudad y del río Neckar.

Como todo el casco histórico es peatonal (Altstad), dejamos el coche en un parking que hay junto al rio, muy cerca del centro y comenzamos nuestra visita de la ciudad.


Parte exterior del Castillo
Una vez que disfrutamos de las vistas desde el mirador e hicimos fotos del castillo, el puente y la ciudad, cruzamos el río por el Puente Carlos Teodoro, también llamado Puente Viejo y que es uno de los iconos de Heidelberg. Fue construido en el siglo XVIII en el lugar donde había un puente de madera del siglo XIII que fue destruido en una inundación.
Edificios en el interior del Castillo

En la orilla izquierda del río, antes de entrar en el casco antiguo, nos encontramos con La Puerta de Carlos, con las dos torres de 28 m de altura que lo presiden y que una vez fueron parte de la muralla del siglo XV que rodeaba la ciudad.

Si seguimos la Steingasse, llegamos a la Marktplatz o Plaza del Mercado, situada en el centro del casco antiguo y uno de los lugares más animados de la ciudad. En esta plaza se encuentra la Iglesia del Espíritu Santo.

Esta iglesia de estilo gótico fue construida entre los años 1398 y 1515, una curiosidad de este templo es que entre los años 1706 y 1936, tuvo un muro en su interior que dividía a los fieles católicos y protestantes. Para ascender a su aguja hay que subir 204 escalones.
Iglesia del Espíritu Santo. Plaza del Mercado


Barril gigante















Ya en el centro de la ciudad, decidimos iniciar el ascenso al Castillo con el funicular, aunque también se puede subir a pie en un paseo de unos quince minutos.

El Castillo domina la ciudad a unos 70 metros sobre el río Neckar, en una terraza del monte Königstuhl, con un bonito jardin y mirador donde pudimos admirar las vistas de la ciudad, el río y la otra orilla de la ciudad. Desde luego merece la pena esta visita que nos ocupó toda la mañana y que tuvimos que hacer con paraguas en mano por la persistente lluvia que nos perseguía allá donde íbamos.
Casa Zum Ritter



El Castillo es, en realidad, un recinto con una veintena de edificios. Habilitado en el año 1100 como monasterio, después como fortaleza fue devastado por los franceses en el siglo XVII. Aunque una parte se encuentra en ruinas, aún permite apreciar la belleza del palacio Ottheinrichsbau y del palacio Friedrichsbau, ambos de estilo renacentista.

Una vez que visitamos los jardines del castillo, el Museo de la Farmacia (siglo XVIII), y en la bodega nos asombramos con la Grosses Fass, el tonel de vino más grande del mundo (221.000 l), era el momento de hacer una parada para comer y que mejor que en la cafetería del castillo comiendo unas salchichas con la cerveza típica de la ciudad.


Fachada del Ayuntamiento con el Castillo al fondo.

Después de comer acabamos de visitar el Castillo y bajamos de nuevo a la ciudad. 

Bajando desde el Castillo al centro, pasamos por la Karlsplats y la Kornmarck (mercado del grano), una bonita plaza rodeada de elegantes casas burguesas, cafes, terrazas y el Ayuntamiento.

En la Plaza del Mercado se haya la Haus zum Ritter o Casa del Caballero, de estilo renacentista tardio y con una imagen de San Jorge. Es una de las joyas arquitectónicas de Heidelberg. De los pocos edificios que sobrevivieron a las guerras del siglo XVII, seguramente por estar construida en su totalidad en piedra.

 
Puerta de Carlos

Iglesia de San Pedro
















Desde este punto parte la Haupstrasse (Calle Mayor), de 2 km de larga, es la calle peatonal más larga de Alemania y paseando por ella veremos restaurantes de comida tradicional alemana, comercios y en sus calles perpendiculares se encuentran la Iglesia de los Jesuitas, la Universidad Histórica, la Prisión de los estudiantes, la Iglesia de la Providencia con su torre renacentísta, la Casa del Gigante y algunos museos.

Desde luego en Heidelberg, además de visitar los monumentos más importantes, merece la pena pasear por sus estrechas calles, disfrutar de sus plazas y asomarse al río Neckar para disfrutar de las vistas del Castillo y de la ciudad.



Por la tarde, hicimos un pequeño crucero en un barco solar por el río Neckar; y mientras el barco navegaba, nosotros disfrutabamos de las románticas vistas tomando una copa y despidiéndonos en silencio y con algo de tristeza de esta bonita ciudad.

De vuelta en Friburgo, nos dirijimos a nuestro hotel a descansar.



Día 8: Selva Negra: Monte Feldberg, lago Titisee, Furtwangen, St. Märgen, St. Peter y Glottertal.



Nuestro último día en Alemania la dedicamos a viajar al corazón de la Selva Negra. Desde Friburgo, donde nos alojábamos, hasta el Monte Feldberg que fue nuestra primera parada, hay  47 km de distancia por una carretera que cruza la Selva Negra.

 Con sus granjas solitarias, casi ocultas bajo enormes tejados que cubren los laterales del edificio y parte de su fachada, entre bosques de altos abetos y prados, esta región conserva una considerable herencia de los tiempos medievales que se vislumbra en sus pueblos y monasterios.
La Selva Negra camino del Monte Feldberg

Lo bueno del día es que no llovía, y lo malo era la niebla. Queríamos subir a la cumbre del Monte Feldberg y disfrutar de las vistas, pero temíamos que el tiempo no nos iba a permitir ver los paisajes de la Selva Negra, los Vosgos y también los Alpes a lo lejos desde la cumbre. Y así fue.

El Monte Feldberg es una de las montañas emblemáticas de esta región y la más alta con 1493 m de altura en su cumbre. Así, cuando llegamos, dejamos el coche en un parking cerca del telecabina y subimos hasta la cumbre.. Por desgracia, y como ya pensábamos, una espesa niebla rodeaba la cumbre y nos fue imposible disfrutar de las vistas desde el mirador. La temperatura arriba era de 6 grados y eso que era agosto. A pesar de la niebla, dimos un paseo por la cumbre.


Niebla en el Monte Feldberg
Vista del lago y Titisee al fondo
















Una vez abajo, nos dirigimos hacia el Lago Titisee. Los escasos 21 km que separan las dos localidades y en torno al lago, bosques de oscuros y enormes abetos dan plena razón de ser al título de Selva Negra.


El pueblo está volcado al turismo. Nos sorprendió la cantidad de turistas que había en Titisee.  Dimos un paseo por el lago y aprovechamos para comer en este pueblo. Hay bastantes comercios y restaurantes pero suelen estar ocupados con los grupos de turistas que suelen parar a visitarlo.
Granjas rodeadas de pastos

Desde Titisee nos dirigimos a Furtwangen, a 30 km., el camino continua cruzando bosques y granjas rodeadas de prados. Casi de casualidad paramos en un mirador con unas vistas espectaculares y aprovechamos para hacer fotos de los bonitos paisajes.


Mirador camino de Furtwangen
Furtwangen es la patria de los relojes de cuco, con sus granjas y sus molinos de agua, conforma el genuino paisaje rural de la región. Esta ciudad se encuentra cerca de Donaueschingen que es donde se encuentra la fuente original del río Danubio.

Después de subir hasta sus pistas de esqui, dejamos la ciudad para encaminarnos hasta St. Märgen, a 23 km. dirección Friburgo. Un pueblo tradicional de esta región con un priorato románico y un lago donde poder darse un baño. 

Desde St. Märgen continuamos hasta St. Peter, otro pueblo cuyo principal atractivo es el monasterio benedictino de San Pedro fundado en el siglo XI y ubicado a 20 km de Friburgo.
Los alrededores del pueblo son muy bonitos, y de camino, paramos varias veces en la carretera para disfrutar del paisaje y hacer algunas fotos.


Monasterio benedictino de St.Peter
De vuelta a Friburgo, paramos en Glottertal (significa valle del rio Glotter). Esta fue una parada más logística que turística. 

Queríamos probar un dulce típico de esta región que es la tarta Selva Negra. Merendamos tranquilamente y después de dar un pequeño paseo por el pueblo volvimos a Friburgo.
Merendando en Glottertal



Cuando llegamos a Friburgo, para aprovechar nuestra última noche en Alemania, salimos a cenar y dar un paseo por la Plaza de la Catedral para disfrutar de la animación y a la vez despedirnos de esta bonita ciudad.

Las siguientes etapas de nuestro viaje nos llevarían a Suiza, al norte de este país, la zona que aún no conocíamos y deseábamos visitar.



Día 9: Suiza. Basilea


Acabada la segunda etapa  de nuestro viaje, dejamos atrás Alemania y viajamos a Basilea.

La distancia entre Friburgo y Basilea es solo de 70 km por autopista, por lo que en menos de una hora llegamos cómodamente a la ciudad. Como en las otras veces que viajamos por Suiza, al llegar a la frontera tuvimos que pagar la tasa de unos 36 euros al cambio, que te permite viajar por todas las autopistas del país durante ese año.

Panorámica de la ciudad vieja desde la orilla del Rin

Basilea se encuentra junto a la frontera de Francia y Alemania, tan cerca de Friburgo y Mulhouse que comparten aeropuerto. Es la ciudad universitaria más antigua de Suiza y considerada la capital cultural del país por el elevado número de museos y eventos culturales que se desarrollan en ella.

Basilea, a pesar de ser una ciudad industrial y sede de grandes empresas farmacéuticas, aún mantiene ese encanto de ciudad antigua. 


Como nos alojamos en un hotel situado fuera del centro histórico, pudimos acceder al Mobility Ticket sin coste alguno, que es un billete que permite hacer uso del transporte público de forma gratuita durante el periodo que dura la estancia. Nos fue muy útil no solo para ir y volver al hotel sino también para desplazarnos por la ciudad cuando las distancias eran más largas.

Bajamos del tranvía en la Barfüsserplatz y nos dirigimos a la oficina de turismo. Aunque era domingo y los comercios estaban cerrados, la oficina de turismo sí estaba abierta y así pudimos hacernos una buena idea de lo más interesante de la ciudad.


Casas centenarias
El casco antiguo de la ciudad estaba vacío, y cuando digo vacío no exagero. Las pocas personas que encontrábamos por las calles eran los turistas que como nosotros callejeaban por el centro. Había muy poco ambiente por esta zona de la ciudad al ser un domingo y no haber terrazas o cafés abiertos por esta zona.

Como en otras ciudades suizas que ya hemos visitado, casi todo el centro está cerrado al tráfico, solo circulan tranvías y autobuses.


Y es que Basilea no goza de tanto turismo como otras ciudades suizas, y es posible pasear por sus calles estrechas y sus callejones medievales sin las mareas humanas que encontramos en otros lugares. 

Poco después y por casualidad, fuimos a dar con el lugar donde se encontraban los vecinos: en las orillas del río.

El centro de Basilea tiene dos zonas, lo que es el casco antiguo propiamente dicho en la orilla izquierda del río y luego otro precioso paseo con terrazas, locales y zonas para tomar el sol en la orilla derecha y frente a la catedral.

Desde este paseo junto al Rin, se puede disfrutar de una preciosa vista de la fachada de la ciudad, con la catedral y los edificios medievales que dan al río.


Nosotros comenzamos nuestra visita desde la Barfüsserplatz,  recorriendo la Freie Strasse hasta llegar a la Plaza del Mercado que es donde se encuentra el Ayuntamiento.

El Ayuntamiento es la Sede del Gobierno de Basilea y del Parlamento del Cantón. El edificio es una mezcla de estilo renacentista y gótico. Tiene la fachada de arenisca roja adornada con bonitas pinturas, con los escudos de los cantones suizos en sus almenas y una torre. Vale la pena visitar el bonito patio interior con los arcos, esculturas y pinturas al fresco. Su construcción si inició en el siglo XVI.  La entrada es gratuita y tiene visitas guiadas
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Frescos del interior del Ayuntamiento

Interior y torre del Ayuntamiento
















A continuación caminamos por calles estrechas y casitas muy antiguas hasta llegar a la Plaza de la Catedral. La iglesia, de culto evangélico, es un monumento de estilo románico y gótico también de arenisca roja (1019-1500).

Catedral de Basilea

De la catedral podemos destacar su claustro románico, la cripta, sus dos torres a las que se puede subir, su privilegiado emplazamiento en la parte alta de la ciudad, en la ribera del Rin. y que en ella está enterrado el gran humanista del Renacimiento Erasmo de Rótterdam.

Detrás de la catedral hay un mirador que  da  al Rin con unas preciosas vistas del río. La orilla derecha de Basilea es la parte nueva de la ciudad. 


Puente Mittele Bruücke
Paseando por la Plaza de la Catedral, con sus casas burguesas, de antiguos ciudadanos notables de la ciudad y por sus callejuelas, llegamos de nuevo hasta la Plaza del Mercado donde comimos con vistas al ayuntamiento y después, desde allí hasta uno de los iconos de la ciudad: el puente Mittele Brücke.


Este puente, el más antiguo de Basilea, fue construido en 1226 y era de madera. El puente se construyó bajo el mandato del príncipe-obispo Heinrich von Thun, y era de tal importancia ese paso del Rin, que para protegerlo, en la orilla derecha se  construyó una ciudad fortificada: Kleinbasel.


Plaza del Mercado









A principios del siglo XX, con la introducción del tranvía eléctrico, se construyo un puente más moderno. El nuevo puente conserva una copia de la antigua capilla, la Käppelijoch, en la que, durante la Edad Media, se dictaban sentencias de muerte.

Este puente también nos sirve a los visitantes para disfrutar de las vistas de la catedral, del casco antiguo y de la orilla derecha del río. Se pueden hacer buenas fotos desde él. Nosotros esperamos a que bajase el sol y así obtener mejores fotos.


Spalentor
Pues cruzando el puente llegamos a la orilla derecha de la ciudad. Aquí encontramos mucha gente sentada en los restaurantes y bares que hay en esta zona, disfrutando de las bonitas vistas, tomando el sol y haciendo Rheinschwimmen  en el río.

¿Qué es el rheinschwimmen? Pues ni más ni menos que dejarse llevar por el río Rin aguas abajo. Aconsejable hacerlo solo en verano y aún así, el agua está bastantes fresca. Se trata de meter la ropa y pertenencias en una mochila impermeable, seguir todas la instrucciones necesarias y vivir la experiencia.


Albantor
En tranvía, volvimos a la parte vieja de Basilea y visitamos las tres torres que quedan de la antigua muralla del 1400: Puerta de San Albán (St, Alban Tor), Puerta de Spalen (Spalen Tor) y la Puerta de San Juan que se encuentra junto al rio en la plaza del mismo nombre.

La Puerta de San Albán, marca el acceso al barrio de San Albán, cuyas callejuelas y construcciones históricas nos recuerdan la época medieval.

La Puerta de Spalen, es la más suntuosa e impresionante de las tres, y a la vez, uno de los emblemas de Basilea.

Una vez que visitamos los monumentos más interesantes, paseado por su centro histórico y disfrutado del paseo por la ribera del Rin, nos sentamos a descansar y beber una cerveza en la terraza de un café en la parte antigua de la ciudad, antes de finalizar nuestra jornada en Basilea.

Desde aquí, y después de cenar,  volvimos a nuestro hotel para preparar nuestra siguiente jornada en Zurich .


Día 10: Suiza. Zúrich.

Nuestro viaje se acaba. Como hemos hecho en otras ocasiones, dejamos el hotel de Basilea muy temprano y hacemos los 87 km que separan Basilea de Zúrich. Era la primera vez que visitábamos esta ciudad de 400.000 habitantes y sentíamos mucha curiosidad por conocerla y disfrutarla.

Zúrich se halla en el centro de Europa y de Suiza, en el extremo norte del Lago de Zúrich y a orillas del río Limmat. En un imponente escenario natural, la ciudad siempre es una apuesta segura para el viajero. Es una ciudad fascinante a orillas del agua y con vistas a los Alpes cubiertos de nieve en el horizonte

Vista del Lago de Zúrich desde la Bürkliplatz

Zúrich tiene fama de tener un ambiente intelectual y estilo germánico, a la que han llegado pensadores, escritores y artistas de la talla de Einstein, Mann, Joyce, Brecht y tantos otros.

Los símbolos de la opulencia y el consumo, representado por los bancos que se agolpan en edificios de la Bahnhofstrasse y otras céntricas avenidas,  los escaparates de los comercios nos tientan con joyas, marcas famosas de moda, relojes y delicados chocolates. Y además está el lago, el río, los montes y parques, palacetes y caserones que nos dan la imagen más bucólica y tradicional de la ciudad.


Orilla occidental del Limmat y torre de St. Peter con su famoso reloj
 Conocemos bien Suiza de otros viajes y pensábamos que Zúrich sería parecida a las otras ciudades que habíamos visitado anteriormente. Pues nada más lejos de la realidad. Fue una gran sorpresa. En nuestra opinión, esta ciudad no se parece demasiado a las otras ciudades suizas que ya conocíamos, y no me refiero a su respeto por el medio ambiente, su gastronomía... en esto sí que se parece, me refiero a su dinamismo, su vitalidad, su variada vida nocturna, la más animada de Suiza, los baños del lago y los baños fluviales en pleno centro de la ciudad, en resumen, su oferta de ocio y diversión.

Nos alojamos en un hotel en la Leonhardstrasse, a menos de cinco minutos del centro y con unas bonitas vistas de la ciudad. Como de costumbre, nada más dejar las maletas y plano en mano, bajamos la colina hacia la estación central, la Hauprbahnhof, donde se encuentra la oficina de turismo.

Al salir de la estación central, nos encontramos con el Museo Nacional Suizo. El edificio, construido en el siglo XIX con aspecto de castillo medieval, junto al río Limmat fue un perfecto punto de arranque para nuestra caminata. Se puede comenzar la visita, como hicimos nosotros, siguiendo el curso del río, que vertebra el casco urbano.

La meta está kilómetro y medio más abajo, en el Quaibrücke, el puente situado en el punto donde el lago rompe y forma la corriente del Limmat. El Quaibrücke se situa entre dos plazas que se dispuntan las hermosas vistas sobre el lago y compiten en monumentos: la Bellevueplatz y la Bürkliplatz. Éste y otro seis puentes unen los distintos barrios de la ciudad y sirven como miradores.

El foso de agua que tenía la ciudad de Zúrich se convirtió hace más de un siglo en la calle más comercial de la ciudad: la Bahnhofstrasse. También de la tradición de gremios medievales, se conservan hoy algunas casas como la Zunfthaus zur Waag, de principios del siglo XIII.


Orilla oriental del río. La Catedral al fondo
En la Niederdorfstrasse, una calle paralela al río, encontramos infinidad de restaurantes para todos los bolsillos, así como cafés y clubes. En uno de ellos entramos a comer, antes de que se nos pasara la hora y así descansar un rato.

Continuamos  nuestra visita por el monumento más cercano a la zona donde nos encontrábamos. La Grossmünster.

Las dos iglesias más representativas de Zúrich son la Grossmünster y la Fraumünster.

En la orilla oriental del río, encontramos la Grossmünster o Catedral. Un imponente edificio de estilo románico con algunos elementos góticos construido sobre otro templo de origen carolingio, entre los siglos XII y XIII, con una intensa decoración escultórica en capiteles, pilastras y claves de bóvedas, con vidrieras de Giacometti en los ventanales del coro y los frescos del siglo XV. El interior ha ido despejándose  de ornamentaciones para reflejar un ambiente austero propio del protestantismo. De hecho, se convirtió en la iglesia principal de la Reforma en Suiza.
Catedral

Sus dos torres gemelas,junto con el templo, son el monumento más emblemático de Zúrich, fueron construidas posteriormente. Se puede subir a una de ellas para obtener una panorámica de la ciudad.

Cruzando el Limmat por el Münsterbrücke, en la orilla occidental del río, encontramos la Fraumünster o Monasterio de las Damas, uno de los mejores ejemplos del periodo medieval y que se remonta al siglo IX, durante la dominación carolingia. Esta abadía fue el centro del gobierno de la ciudad ejercido por las abadesas.


Panorámica de Zúrich desde la torre de la Catedral
Durante sus siglos de existencia ha tenido diversas aportaciones como las vidrieras diseñadas por Giacometti en el brazo norte del crucero, aunque personalmente me parecen más hermosas las vidrieras situadas en los ventanales del coro y que llevan el sello de Chagall.

Merece la pena hacer una visita a esta antigua iglesia con audioguia para conocer la historia de esta importante abadía, tan estrechamente unida durante siglos a la historia de la ciudad.

Entre la abadía y el templo de San Agustín, del siglo XIII, encontramos un entramado de sinuosas callejuelas y plazas del medievo en las que debemos olvidarnos del plano y perdernos por ellas, paseandolas y disfrutando de su vista.

En el centro de este laberinto se encuentra la Iglesia de San Pedro, famosa por el enorme reloj que hay en su torre, uno de los más grandes de Europa y construido en el siglo XVI.

A poca distancia de St. Peter encontramos el parque Lindenhof, situado a cierta altura sobre el río y donde pudimos descansar bajo sus árboles, beber en su fuente y tomar unas bonitas fotos desde su mirador al río y a la otra orilla de la ciudad. Bajando de Lindenhof, llegamos a un bonito paseo junto al Limmat donde acuden los cisnes a comer.

El casco antiguo continua al otro lado del río con calles estrechas, donde el gótico se muestra en iglesias y caserones. 

Cerca de la catedral y construido sobre el río, pegado a su orilla oriental, se encuentra el Rathaus, un edificio de estilo renacentista del siglo XVII y que alberga el Ayuntamiento de la ciudad y el Parlamento del Cantón de Zúrich.


Ayuntamiento
Los lugares interesantes continúan a lo largo del paseo, ascendiendo por callejones, de esos que encontramos en las faldas del monte Zürichberg, repletos de comercios, cafés y que llevan hasta la explanada de la Universidad. 

Desde esa terraza se puede contemplar la ciudad desplegándose hacia el monte Uetliberg, con el gris de sus tejados y el verde del óxido en las agujas de las iglesias.

A esta parte de la ciudad se puede subir caminando o en el polybahn, un pequeño funicular que es un icono de la ciudad y que en un trayecto de apenas dos minutos, nos sube a la explanada de la Universidad. La subida es corta pero bastante empinada.


Bürkliplatz. El lago y al fondo los Alpes
Después de bajar hacia el río de nuevo, y cruzando a la otra orilla, paseamos por la archiconocida Bahnhofstrasse, una de las calles más caras y exclusivas del mundo, considerada la calle más cara de Europa y la tercera más cara del mundo. Evidentemente no compramos nada en sus comercios, pero tampoco era imprescindible
Listos para subir al barco



Al final de la Bahnhofstrasse, llegamos a la Plaza Bürkliplatz y al Puente Quaibrücke. Aqui comienza el Lago de Zúrich y los muelles desde donde salen los ferrys que navegan por el lago.

Nuestro paseo en barco por el lago duró 90 minutos, coincidió con la puesta de sol y fue muy, muy agradable.

El barco hizo paradas en los pueblos de las orillas del lago, con una brisa muy agradable, veíamos cada vez más cerca la imagen de los Alpes en el horizonte. Una de la parada fue en el pueblo donde está la fábrica de chocolate Lindt, y aunque pueda parecer una exageración, antes de atracar el barco, ya se olía a chocolate en el lago. ¡Impresionante!.

De vuelta a la ciudad, descansados, contentos con el paseo tan bonito, pensábamos ir a cenar, pero cuando vimos la ciudad iluminada, con sus monumentos reflejados en el río, nos olvidamos de la cena (de momento...) y nos dedicamos a pasear a lo largo del Limmat, a hacer fotos desde sus puentes y disfrutar de la vista nocturna de Zúrich.




Probablemente Zúrich ha sido la ciudad que más nos ha sorprendido del viaje. No pensábamos que sería tan interesante y bonita y la verdad es que nos ha encantado.

No sabría decir que nos ha gustado más, el lago, la parte medieval, sus vistas... Pero si sabemos que volveremos para disfrutar más con esta ciudad.


Ya de vuelta en el hotel, preparamos nuestro equipaje para volver a casa. Aunque estábamos cansados, fueron muchos días intensos, de no parar un momento, nos dió mucha pena llegar al fin de nuestro viaje. Y además, solo de pensar en los dos días de carretera...

Al día siguiente salimos de vuelta a casa,  hicimos una parada en Ginebra para visitar el Cern y luego dormimos en Saint Genis des Mourgues. 



Día 11: Zúrich -Ginebra- Saint Genies des Mourgues.



Esfera en el exterior del Cern
Nada más desayunar en el hotel,  nos pusimos en marcha. 

Por deseo de un futuro físico que tenemos en casa, queríamos aprovechar nuestro paso  por Ginebra  para  visitar  el   CERN 
(Organización Europea para la Investigación Nuclear ). Un gran acelerador de partículas.


Explicación vitual



Como debíamos hacer más de 700 km hasta Saint Genies des Mourgues, como primera etapa para regresar a casa, sin prisa pero sin pausa nos pusimos en march.


Puerta de entrada a Sommières
Ya en Ginebra, 275 km después, llegamos al Cern. Pensábamos que sería como mucho más misterioso, o cerrado, pero no. Estaba lleno de estudiantes y turistas como nosotros deseosos de conocer un poco más este lugar. Para sorpresa nuestra, eran los propios científicos los que acompañaban a los grupos para explicarles los proyectos y la tecnología usada en el laboratorio.


Cuando acabamos, continuamos el viaje por carretera, y ya por la tarde, llegamos al hotel de Saint Genies des Mourgues, el Château Sainte Colombre, una pequeña mansión en medio del campo, con un precioso jardín y piscina donde descansar de esta agotadora jornada.

Como en el hotel no había restaurante, nos desplazamos hasta Sommières, un pueblo a pocos kilómetros, en la región de Languedoc para cenar.


Cenando en la plaza de Sommières
En Sommières se celebraba alguna fiesta y el pueblo estaba muy animado. Aunque nuestra visita fue muy corta, el centro nos gustó. Con casas de piedra, el río y edificios interesantes.

Volvimos al hotel a descansar para la última jornada del viaje. Desde Saint Genies des Mourgues a casa, otros 700 km de carretera.


Indudablemente un viaje tan largo en coche es más pesado que en avión o en grupo, pero a nosotros nos gusta ir a nuestro aire y visitar lugares que sin el coche no podríamos conocer.


Día 12: Saint Genies des Mourgues y vuelta a casa.

 Esta jornada solo fue carretera y más carretera, sin nada interesante que contar, tan solo que llegamos bien, que traíamos en la mochila un montón de bonitas experiencias, y nuestros ojos llenos de lugares bonitos y paisajes hermosos, de anécdotas, de tanta información que no queríamos olvidar... Y fotos, muchas fotos, y recuerdos de los lugares visitados para tenerlos siempre presentes.

Un viaje muy bonito que siempre recordaremos y que queremos que sirva a otras personas para conocer los pueblos y ciudades maravillosos de Europa.

Hasta un próximo viaje...  

   










    






















































   
   















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