Viaje verano 2016
Aprovechando la estancia de nuestro hijo en Irlanda para un curso de idiomas, decidimos acudir nosotros también a este bonito país para pasar unos días allí y conocerlo.

Tras unos meses de mucha lectura, en un estado de agradable anticipación que precede a los viajes, finalmente aterrizamos en Dublín, con una lista larguísima de cosas por ver y hacer.
Irlanda está situada en el occidente de Europa. Es una isla llena de vestigios celtas y medievales. Esa fusión entre la vieja cultura y las ideas cristianas es uno de sus mayores atractivos.
Irlanda es el país del whisky y la cerveza, pero también el de sus paisajes de leyenda. Acantilados salvajes y ruinas medievales que componen un melancólico y sensacional paisaje. La cultura gaélica, con su animada música y tradiciones, llena de color esta ruta por el sudoeste irlandés.
Durante siglos esta porción de la isla Esmeralda fue considerada el final de la tierra conocida, y aún hoy conserva ese aura de misterio, con sus mitos celtas, sus monumentos megalíticos, su música popular, sus abadías en ruinas y su costa acantilada. Conseguimos trasladarnos a otro mundo. Avanzar entre húmedos bosques, muros de piedra cubiertos de líquenes, granjas y establos.
Justo lo que esperábamos encontrar en esta isla cuajada de historia, de iglesias y abadías románicas, un país que venera la cultura y ofrece unos paisajes que destacan entre todos los conocidos por mi.
Justo lo que esperábamos encontrar en esta isla cuajada de historia, de iglesias y abadías románicas, un país que venera la cultura y ofrece unos paisajes que destacan entre todos los conocidos por mi.
Por la isla han pasado celtas, vikingos, normandos e ingleses; todos ellos han forjado el paisaje y el famoso carácter irlandés.
Los irlandeses sienten auténtica pasión por la literatura. En este país nacieron escritores como Joyce, Yeats, Wilde, Bechett o Swift. Un pueblo orgulloso de su historia, que en algunos momentos ha sido trágica y les ha marcado como un país optimista y de gente dinámica y melancólica; un lugar donde vivir.
Día 1: Dublín.
Desde el aeropuerto tomamos el autobús especial que hace la línea aeropuerto-ciudad. El Airlink 747 es el servicio al aeropuerto de Dublín de la empresa pública de autobuses de la ciudad, Dublin Bus. Los autobuses son de dos plantas y con mayor capacidad para los equipajes que los urbanos. El billete se puede comprar al conductor y cuesta 6 euros por trayecto.
Nos bajamos en la parada más cercana a la casa que habíamos alquilado en la ciudad, la de St. Crist Church, y donde habíamos quedado con el propietario de la casa y con nuestro hijo, al que no veíamos desde hacía varias semanas.
Estábamos deseando llegar para encontrarnos con nuestro hijo, pero al bajar del bus, Sean, el propietario de la casa alquilada estaba allí esperándonos, pero nuestro hijo no estaba.
Con la emoción del momento, no habíamos pensado en que el sentido del tráfico era el contrario, y después de un momento de temor e incertidumbre, de mirar por todos lados, vimos a nuestro hijo sentado en su maleta y esperándonos en la acera contraria a unos 100 metros, justo en la parada del bus pero del otro sentido.
Habíamos decidido alquilar una pequeña casita en el centro de la ciudad y desde Dublín hacer excursiones por la isla.
En cuanto Sean nos enseñó la casa y se marchó, dejamos las maletas y nos dispusimos a comenzar nuestra visita a la ciudad. Nos quedaba toda la tarde y la noche para disfrutar la ciudad.
Tiene Dublín una vitalidad casi mediterranea, una intensa actividad callejera. Una ciudad que atrae por su tranquila belleza y el extrovertido caracter de sus gentes.
Todo Dublín es un homenaje a sus escritores, con indiscutibles ecos literarios en sus calles, existe una ruta llamada "El Dublín de Joyce".

Pero sobre todo hay que pasear. Hay que recorrer las dos orillas del Liffey, el río que le da nombre, pues Dublín deriva del gaélico Dubh Linn "charca oscura", a causa del color oscuro de las aguas del río, contaminadas de turba.
Así, paseando, disfrutamos con la gama de grises y verdes que pintan las calles dublinesas. Gris es el color de las aguas del río, gris el cielo la mayoría de los días del año, y grises sus fachadas de piedra. Pero la abundancia de zonas verdes y el rojo de alguna fachada de ladrillo ponen notas de color al talante hospitalario de sus habitantes que se comprueba en lo fácil que resulta entablar conversación en los innumerables pubs de la ciudad.
Comenzamos dando un paseo por el centro de la ciudad con nuestro hijo como guía. Nos quería enseñar esa primera tarde todo lo que él ya había conocido durante su estancia allí.
Paseamos por las calles comerciales del centro, por el patio central del Trinity College, así hasta llegar al río Liffey, que corta Dublín en dos, cruzamos el puente Halfpenny y nos perdemos por Temple Bar.
La zona estaba muy animada, y no solo de turistas sino de dublineses entrando y saliendo de los numerosos pubs del barrio para cenar y tomar unas cervezas.
En Temple Bar entramos en pubs tradicionales y galerías de arte, y acabamos cenando en un restaurante muy tranquilo del barrio. Después nos dirigimos a casa para descansar. Al día siguiente teníamos una excursión a Irlanda del Norte para visitar la Calzada del Gigante y Belfast.
Día 2: Calzada del Gigante y Belfast.
Nuestras excursiones por Irlanda las hicimos con la empresa Irlanda en español. En autobus, con guías españoles que nos iban explicando un poco la historia durante el trayecto, y una vez en el lugar a visitar quedábamos encantados con sus explicaciones.
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Vista de la Calzada del Gigante desde los acantilados |
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Hexágonos de basalto |
La frontera de Irlanda del Norte es invisible, a veces divide granjas cuyos propietarios dicen que duermen con la cabeza en el Reino Unido y el corazón en Irlanda.
No hay ningún aviso, ni puesto de aduanas. De repente, después de kilómetros, advertimos que las cabinas telefónicas son rojas, signo de que ya estábamos en Reino Unido.
Historia y leyenda enmarcan una sucesión de pueblos e impresionantes paisajes en esta remota región.
Era la estrella indiscutible del viaje. Se trata de un excepcional escenario natural donde nos sentimos transportados a otro planeta al contemplar miles de columnas de basalto en asombrosa armonía geométrica. La mayor parte de las columnas son hexágonos.


Según la leyenda, son la obra de un gigante que ingenió un sendero de piedra entre Irlanda y Escocia. La realidad es que su formación se debe a una explosión volcánica que vertió lava basáltica sobre un terreno de piedra caliza hace 60 millones de años, tras la cual el magma se solidificó con estas formas tan peculiares.


Según la leyenda, son la obra de un gigante que ingenió un sendero de piedra entre Irlanda y Escocia. La realidad es que su formación se debe a una explosión volcánica que vertió lava basáltica sobre un terreno de piedra caliza hace 60 millones de años, tras la cual el magma se solidificó con estas formas tan peculiares.
Reconocida como Patrimonio de la Humanidad, la Calzada del Gigante cuenta con un centro de visitantes e interpretación. Esta rareza natural está formada por una sucesión de 37.000 columnas de basalto tan bien ordenadas, que la teoría de su creación por el gigante parece más real que la de la erosión.
Os damos algunos consejos para visitar la calzada. Al llegar a la zona encontramos un parking donde se puede dejar el coche o el autobús.
Una vez lleguéis veréis una pequeña carretera que baja hasta la costa. Podéis coger un microbús que os bajará a la zona de las columnas en la costa, o también es posible lo que hicimos nosotros, subir caminando por los acantilados, las vistas son impresionantes y se ve la calzada desde arriba, para después bajar por unas escaleras hasta la costa y pasear por las columnas.
Después de visitar la Calzada del Gigante nos dirigimos a visitar Belfast, la capital de Irlanda del Norte.
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Centro de Belfast |
Uno de los atractivos de Belfast es el Museo del Titanic, un modernísimo edificio situado en el mismo lugar donde se construyó el mítico transatlántico.
En Belfast sobresale los numerosos murales pintados en las fachadas por republicanos y lealístas, como símbolo de la rivalidad.
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Museo del Titanic |
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Ayuntamiento |
Desde aquí paseamos por el centro, donde sin duda destaca el edificio del Ayuntamiento de Belfast. Construido en estilo neoclásico renacentista, es orgullo de sus ciudadanos.
Después paseamos por el centro, y aconsejados por nuestra guía, subimos a la cúpula del centro comercial Victoria Square, una moderna cúpula de cristal, desde donde disfrutamos de bonitas vistas de la ciudad y algunos de sus edificios más emblemáticos.
A última hora de la tarde volvimós a Dublín. Terminamos la noche cenando en un restaurante de Temple Bar y dando un paseo por este animado barrio.
En esta jornada viajamos hacia el sur, a unos 68 km de Dublín al Parque Nacional de las Montañas de Wicklow. Como en la jornada anterior fuimos con una excursión organizada que nos acompañó por todos los lugares de interés.
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Cementerio y campanario circular |

Cuando llegamos, una capa de nubes cubría el fondo del valle, sumergiéndonos en una atmósfera de tranquilidad y misterio.
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Ermita de San kevin |
La leyenda cuenta que un joven monje llamado Kevin llegó a este lugar e impresionado por su belleza lo consideró un sitió perfecto para la meditación. Con los años, atraídos por la fama del hombre santo, el lugar se convirtió en un importante centro de peregrinación cristiano.
El asentamiento creció con rapidez y en el siglo IX se convirtió en el primer centro monástico de Irlanda.
Durante más de 500 años reino la paz en la zona, aunque sufrió ataques vikingos e incendios, hasta que en 1398 cayó en manos de los normandos. Hoy en día quedan algunos restos de esos edificios medievales.
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Cruz de San Kevin |
A su alrededor se encuentra un cementerio con algunas tumbas del siglo XIII y la famosa Cruz de Kevin.
También podemos visitar los restos de la Iglesia Reefert, de estilo románico y la St. Kevin`s Cell, la casa donde vivió el santo.
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Vista del Valle de Gledalough |
También encontramos restos de la catedral del siglo XII y otros edificios con lo que pudimos hacernos buena idea de lo importante que era este centro monástico.
La excursión al Valle de Gledalough, la visita de sus restos medievales, su magnífico entorno con los dos lagos oscuros y misteriosos en el fondo de un profundo valle cubierto de bosques, se convirtió en una de las cosas más interesantes del viaje.
Después de hacer caminando una de las rutas, por los alrededores del valle, nos dirigimos hacia el norte, a unos 30 km., a los Jardines y la Mansión de Powerscourt.
El palacio se construyó en 1731 en el lugar que ocupó un castillo normando hasta que en 1974 sufrió un incendio. Más tarde fue reformada y en la actualidad es un comercio de productos artesanos y una cafetería.
Está considerada una de las 10 mansiones que merecen un viaje, pero a mi parecer, lo más bello son los jardines de diversos estilos que hay alrededor de la mansión.
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Jardines y Torre Pepper Pot |
Desde la terraza de la mansión podemos disfrutar de una hermosa vista sobre los jardines. Si paseamos por ellos, encontramos el Jardín Italiano, el Estanque del Tritón, el Jardín Japonés, la Torre Pepper Pot y el Cementerio de Mascotas.
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Jardín Japonés |
Desde Powerscourt nos dirigimos hacia el norte unos 6 km en dirección a Dublín para comer en el archifamoso Johnnie Fox`s Pub donde probamos el famoso estofado irlandés.
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Estanque del Tritón |
El pub ofrece música tradicional todas las noches y un espectáculo de baile a cargo del grupo Hooley Night con cena.

Desde aquí volvimos a Dublín para pasear por la ciudad hasta la hora de la cena en un restaurante del centro no muy lejos de nuestra casa.
Día 4: Acantilados de Moher y Galway.
Partimos de Dublín a primera hora de la mañana, nos disponíamos a cruzar el país hasta su costa atlántica.
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Centro de Galway |
El litoral de Galway ofrece salvajes y grandiosos paisajes como Connemara, las islas Aran o los Acantilados de Moher.
Galway es la ciudad bohémia y turística del oeste de Irlanda. En ella podemos descubrir los restos de su muralla normanda, el Arco Español, la historia de las 14 tríbus que la gobernaron en el pasado y sus dos catedrales, una católica y la otra protestante.
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Muralla y Arco Español |
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Castillo de Lynch |
Tradicionales pubs con fachadas de brillantes colores, con música en directo e infinidad de músicos callejeros llenan sus calles.
En las tiendas de souvenirs encontramos prendas de punto Aran y en las joyerías los famosos anillos de Claddagh.

En Galway algunos comieron su primer desayuno irlandés, un suculento plato con salchicha irlandesa, beacon, huevo frito, morcilla irlandesa, alubias blancas y café.
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Puerto de Galway |
Desde aquí nos dirigimos a los acantilados. Una bonita carretera que bordea la costa, atraviesa el Parque Nacional The Burren, caracterizado por su paisaje kárstico y pedregoso y que en algunos tramos es tan estrecha que difícilmente pasan dos autobuses por ella.
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Vistas de los Acantilados de Moher |
Las tres Islas Aran (Inishmore, Inishmaan e Inisheer) conservan núcleos prehístoricos como el de Dunluce.
En las paredes de los acantilados abundan aves como cormoranes y frailecillos
Desde el centro de visitantes nos dirigimos hacia el norte, primero a la Torre O'Brien. El punto más alto desde donde ver los acantilados.
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Arriba Torre O'Brien |
Desde aquí las vistas son impresionantes. El azul del mar, el gris de la roca y el verde de las praderas forman un paisaje difícil de superar.
Los días que sopla viento fuerte hay que extremar las precauciones y no cruzar las vallas que limitan los caminos al borde de los acantilados.
Mientras disfrutas de las vistas, en la orilla del precipicio, sientes una sensación de miedo al pensar en la caída desde esa altura. Pero desde luego merece la pena llegar hasta la costa oeste para disfrutar de los paisajes.
Seguramente fue aquí, junto a los acantilados, donde empecé a entender lo de misteriosa, salvaje y romántica Irlanda.
Ya por la tarde tomamos camino de vuelta a Dublín. Casi tres horas de trayecto hasta la ciudad. Mereció la pena.
Ya en Dublín, habíamos reservado para cenar en el restaurante del Hotel Arlington, situado junto al río Liffey entre los puentes O'Connell Bridge y Ha'penny Bridge, y disfrutar de un espectáculo de música y bailes tradicionales irlandeses.
La cena estuvo muy bien, y el espectáculo nos gustó mucho. Si acaso, por ponerle alguna pega, decir que era demasiado turístico y que el local estaba llenísimo, hasta el punto de resultar algo incómodo.
Pero disfrutamos con la música y los bailes tradicionales irlandeses.
Después volvimos a casa cruzando por el Ha'penny Bridge y paseando por el centro de la ciudad. La jornada siguiente sería más tranquila. Nada de levantarse a las seis de la mañana para las excursiones. Nos quedábamos en Dublín para visitar la ciudad.
Día 5: Dublín.
Aunque ya habíamos tenido ocasión de conocer la ciudad desde nuestra llegada, algunas tardes y noches después de las excursiones, durante esa jornada nos quedamos en Dublín para conocerla en profundidad.
Descubrimos que es una ciudad joven y alegre donde se bebe mucho y se habla y canta más.
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Catedral Christ Church |
Es uno de los lugares de obligada visita en Dublín y un monumento milenario, es la más antigua de las dos catedrales protestantes de Dublín (junto con la Catedral de San Patricio).
Su construcción data del año 1028 por orden del rey vikingo Sigtrygg, que fue rey de Dublín durante 46 años. En 1172 comenzó la construcción de la actual iglesia de piedra, que se alargo hasta el siglo XIII.
Durante siglos, la iglesia fue modificada adaptándose a los nuevos estilos arquitectónicos, lo que provocó que se derrumbara en varias ocasiones y tuvo que ser reconstruida en el siglo XIX en estilo neogótico.
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Catedral de San Patricio |
De su exterior quiero destacar el color gris de la piedra de su fachada y la robusta torre cuadrada.
Bajo la iglesia hay una gran cripta del siglo XII que es la estructura más antigua de la ciudad que se mantiene en pie y la más grande de las Islas Británicas.
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Interior de San Patricio |
Cuando acabamos la visita, nos dirigimos por la St. Patrick's Close a la Catedral de San Patricio.
La iglesia original de madera fue construida en el siglo V en el lugar donde San Patricio, patrón de Irlanda, bautizaba a los celtas que se convertían al cristianismo. En la primera mitad del siglo XIII se construyó el edificio actual en estilo gótico que se convirtió en la Catedral de Irlanda.
También son muy bonitos los jardines que rodean a la iglesia y desde donde se pueden hacer bonitas fotos del exterior.
Desde los jardines y continuando St. Patrick's Close, detrás de la Catedral, llegamos a la Biblioteca Marsh.
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Biblioteca Marsh |
En el interior, encontramos bonitos estantes de roble oscuro y tiene tres "jaulas" donde antiguamente se encerraban a los lectores que consultaban libros raros o valiosos.
Nos gusto mucho; al no ser tan conocida como la del Trinity College, pudimos disfrutar de nuestra visita tranquilamente y sin prisas.
Caminando desde la biblioteca llegamos hasta el Parque St. Stephen's Green.
Es uno de los parques más antiguos de Dublín, y el más céntrico. Está situado al sur de la comercial Grafton Street. Antiguamente era un área pantanosa que se cerró al público en el siglo XVII y se construyó a su alrededor casas de estilo georgiano para la gente adinerada.
Actualmente es un parque muy popular para los dublineses. El parque posee un estilo victoriano desde el siglo XVIII y cuenta con numerosas estatuas de personajes célebres de Irlanda.
Después de pasearlo y sentarnos en su rosaleda para descansar nos dirigimos hacia Grafton Street.
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Es la calle peatonal con más prestigio de Dublín, tiene una gran cantidad de comercios de todo tipo, pero también es un reclamo el ambiente que se respira con sus artistas callejeros.
Comimos en uno de los restaurantes de la calle e hicimos un descanso de nuestro tour por la ciudad.
Seguimos paseando por Grafton Street y mirando sus escaparates hasta llegar al Museo Irish Whiskey.
Este museo se encuentra frente a la entrada principal del Trinity College, en el corazón del centro de la ciudad. Durante la visita guiada nos explicaron el origen del whisky irlandés, y su historia hasta nuestros días.
Al final de la visita nos ofrecieron un trago de whisky en un vasito, y a los menores de 18 años solo se les ofreció el vasito de whisky sin la bebida.
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Estatua de Molly Malone |
Molly Malone es la heroína dublinesa por antonomasia, protagonista del himno no oficial de Irlanda y uno de los grandes iconos del país celta. Leyenda o realidad, esta vendedora callejera de marisco se ha convertido en uno de los referentes de la cultura irish que cuenta con su propia estatua en las calles de la ciudad.
Molly es una de las estatuas más retratadas por los turistas y estudiantes que visitan Dublín. En homenaje a ella han compuesto una canción que cuenta la historia de Molly, una joven pescadera que vendía mejillones y berberechos por las calles y que murió de unas fiebres, desde entonces dicen que su fantasma sigue vagando por las calles de Dublín.
Desde aquí, atravesamos Temple Bar, animado a cualquier hora del día, para llegar hasta el río y hacernos unas fotos en el puente más famoso de Irlanda: Ha'penny Brige, El Puente de Medio Penique.
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Ha'penny Bridge |
El puente peatonal y de hierro forjado Ha'penny Bridge, llamado así por el peaje que se cobraba para pasarlo hace apenas un siglo, es uno de los símbolos de Dublín. Comunica la zona cultural y artística de Temple Bar con la comercial de Henry Street.
Antes de su construcción, la gente de Dublín, tenía que cruzar el río en ferry pagando medio penique.
En su momento se convirtió en una obra arquitectónica de vanguardia tecnológica, y hoy en día, tanto los dublineses como los visitantes le han hecho un hueco en sus corazones.
Pues cruzamos el río y nos dirigimos a la zona comercial situada entre el río y la O'Connell Street.
O'Connell Street es la principal avenida de la ciudad, con bastantes zonas peatonales, tiendas de recuerdos, restaurantes de comida rápida y grandes almacenes.
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La Spire en O'Connell Street |
También es interesante visitar y conocer la historia del Edificio de Correos, sede del gobierno provisional irlandés durante la revueltas de 1916, y donde los revolucionarios irlandeses leyeron su proclamación de independencia para el país.
Pero el monumento más conocido es The Spire, oficialmente llamada Monumento de la luz, una gran aguja de acero inoxidable que mide 119 metros de alto y se puede ver desde casi cualquier punto del centro urbano.
La Aguja se construyó en 2003 en el lugar donde antes se levantaba la Columna de Nelson y que fue destruido en un ataque del grupo terrorista IRA.
Se nos había hecho la hora de la cena, desde el río, nos dirigimos de nuevo a Temple Bar para cenar y disfrutar de música en algún pub de la zona. Al día siguiente nos íbamos de excursión lejos y había que descansar.
Quedamos en el punto de encuentro habitual en la calle O'Connell a las siete de la mañana para hacer esta excursión. Eran muchos kilómetros y teníamos que aprovechar el día.
Primero nos dirigimos a Cork, el punto más alejado que visitamos, desde allí fuimos al Castillo de Blarney, a 9 km. de Cork, para finalizar con el plato fuerte del día, la Roca de Cashel, a 107 km. de Blarney hacia el norte, de vuelta a Dublín.
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Roca de Cashel |
Cork se encuentra a 266 km al suroeste de Dublín, es la segunda ciudad del país, y está asentada sobre el río Lee, que la atraviesa y la rodea.
Es en realidad como un pueblo grande, con colinas y casas con fachadas de colores pastel.
El sobrenombre de la "Venecia Irlandesa" le viene de su emplazamiento, con el núcleo urbano instalado en una pequeña isla que está conectada con el resto de la ciudad a través de puentes y canales.
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Río Lee en Cork |
El sobrenombre de la "Venecia Irlandesa" le viene de su emplazamiento, con el núcleo urbano instalado en una pequeña isla que está conectada con el resto de la ciudad a través de puentes y canales.
Además de una ciudad agradable, Cork es la puerta al sudoeste de Irlanda, una tierra húmeda acariciada por la corriente del golfo. Su puerto Cobh, es el segundo más importante del país y uno de los puertos naturales más grandes del mundo.
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Mansión Blarney |
Comenzamos paseando por la Patrick Street, una calle comercial para dirigirnos hacia el río Lee y ver sus casas de colores que contrastataban con el gris del cielo. Desde aquí volvimos a la Princes Street donde encontramos restaurantes y el Mercado Inglés, de finales del siglo XVIII y donde se pueden encontrar especialidades tradicionales irlandesas. Nosotros compramos chocolate.
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Castillo de Blarney |
Por último, antes de dejar Cork, visitamos la Catedral de Fimbarre. Construida en el siglo XIX en estilo neogótico en el lugar donde anteriormente existieron otros templos desde el siglo VII.
Dejamos Cork para ir hacia Blarney, a una media hora de Cork, allí se encuentran las ruinas del Castillo de Blarney, que fue erigido en 1220 y reconstruido en 1446.
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Esperando para tocar la Piedra de la Elocuencia |
Camuflado entre frondosos tejos, el castillo alberga entre sus viejos muros la legendaria Piedra de la Elocuencia. Merece la pena guardar cola para tocarla, pues se dice que otorga el don de hablar como el mejor de los oradores.
Aunque el castillo está en ruinas, merece la pena visitarlo, besar la Piedra de Blarney, pasear por los bonitos jardines que rodean la torre y llegar hasta la mansión.
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Jardines y Mansión |
Desde aquí nos dirigimos al norte, a unos 98 km encontramos Rock of Cashel, un lugar histórico para los irlandeses por ser la sede de los grandes reyes de Munster.
En el condado de Tipperar, en el centro de Irlanda, esta imponente estructura tiene en lo alto una catedral de siglo XIII y una abadía en la base. La leyenda dice que aquí rezó San Patricio. Es una imagen simbólica de la Irlanda cristiana y el enclave más visitado del Patrimonio Nacional de Irlanda.
Cashel significa en irlandés fortificación, y esa fue su función desde el siglo IV, servir como fuerte y residencia a los reyes de la provincia de Munster.
En el siglo V San Patricio pasó por la Roca y convirtió a los descendientes del rey al catolicismo.
A mediados del siglo XVII la Roca fue saqueada por las tropas inglesas en nombre del Parlamento Ingles. Unas 15.000 personas fueron masacradas en la Catedral, en donde se habían refugiado pensando que en terreno sagrado estarían a salvo.
La Roca de Cashel es una fortaleza medieval que se halla a las afueras del pueblo sobre una elevación abrupta del terreno. Este emplazamiento durante la edad media fue un importante centro político y religioso. Hoy en día es la sede de una arzobispado católico y de uno anglicano.
El monumento se compone de una torre circular, de la capilla Cormac, una catedral, una casa torre del arzobispado y otra para el coro.
Es una visita obligada cuando se viaja a Irlanda por la belleza del recinto y por su simbolismo.
Desde aquí volvimos a Dublín. Era muy tarde y estábamos cansados pero había merecido la pena. Ràpidamente buscamos un lugar donde cenar y nos fuimos a casa directamente.
Día 7: Kilkenny.En el condado de Tipperar, en el centro de Irlanda, esta imponente estructura tiene en lo alto una catedral de siglo XIII y una abadía en la base. La leyenda dice que aquí rezó San Patricio. Es una imagen simbólica de la Irlanda cristiana y el enclave más visitado del Patrimonio Nacional de Irlanda.
Cashel significa en irlandés fortificación, y esa fue su función desde el siglo IV, servir como fuerte y residencia a los reyes de la provincia de Munster.
En el siglo V San Patricio pasó por la Roca y convirtió a los descendientes del rey al catolicismo.
A mediados del siglo XVII la Roca fue saqueada por las tropas inglesas en nombre del Parlamento Ingles. Unas 15.000 personas fueron masacradas en la Catedral, en donde se habían refugiado pensando que en terreno sagrado estarían a salvo.
La Roca de Cashel es una fortaleza medieval que se halla a las afueras del pueblo sobre una elevación abrupta del terreno. Este emplazamiento durante la edad media fue un importante centro político y religioso. Hoy en día es la sede de una arzobispado católico y de uno anglicano.
El monumento se compone de una torre circular, de la capilla Cormac, una catedral, una casa torre del arzobispado y otra para el coro.
Es una visita obligada cuando se viaja a Irlanda por la belleza del recinto y por su simbolismo.
Desde aquí volvimos a Dublín. Era muy tarde y estábamos cansados pero había merecido la pena. Ràpidamente buscamos un lugar donde cenar y nos fuimos a casa directamente.
Decidimos hacer esta excursión a Kilkenny en tren; así que a primera hora de la mañana nos dirigimos a la estación de Dublín Heuston para tomar el tren que nos llevaría a nuestro próximo destino.
El tren tardó aproximadamente una hora y media en llegar. Aunque la estación de Kilkenny se encuentra en las afueras de la ciudad, en apenas cinco minutos caminando llegamos al centro.
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Catedral de San Canice |
La ciudad de Kílkenny (Cill Chainning, Iglesia de Canice en gaélico), en el Condado de Kilkenny y situada a orillas del río Nore, a unos 130 km al suroeste de Dublín, es uno de los lugares más bellos de la Irlanda interior.
Es la ciudad más pequeña de Irlanda, tanto por su área como por población.
Kilkenny es un municipio medieval del sureste de Irlanda. La ciudad es el corazón de la Irlanda medieval, con sus callejuelas normandas, sus abadías, catedrales, murallas y el magnífico castillo de principios del siglo XIII construido por los invasores normandos.
En el siglo XIII la ciudad se convirtió en la capital de Irlanda.
En el siglo XIII la ciudad se convirtió en la capital de Irlanda.
En las viejas calles, llenas de edificios históricos, también encontramos muchos talleres artesanales y tiendas de joyas, cerámicas y cuadros.
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Torre cilíndrica del siglo IX |
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Escaleras para subir a la torre |
Nada más salir de la estación de tren y antes de llegar al centro de la ciudad nos encontramos con la Iglesia de San Juan. Fue la primera visita que hicimos en la ciudad y una de las muchas iglesias que visitamos ese día.
Seguimos caminando y cruzamos el río Nore para adentrarnos en el centro. En nuestro plano podíamos ver que al norte encontraríamos la Catedral de Canice y al sur el Castillo. Estos dos puntos están separados por calles medievales donde destacan las dos arterias principales: High Street y Parliament Street.
No habíamos tenido ocasión de desayunar en Dublín, así que, en una cafetería del centro nos tomamos un desayuno irlandés completo.
Con la energía del desayuno, comenzamos nuestra visita caminando hacia la Catedral de San Canice.
Esta catedral se encuentra en una colina, sobre el emplazamiento de un antiguo monasterio y fue construida en el siglo XIII durante el periodo anglonormando, en estilo gótico temprano. Hoy en día es uno de los tesoros de la arquitectura irlandesa.
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Vista de Kilkenny desde el castillo |
Volvemos paseando hasta llegar a la Rothe Hause, en Parliament Street. Una mansión estilo tudor construida con fachada porticada donde vivía una familia burguesa. Dentro visitamos el pequeño museo donde se exponen trajes de época y piezas de arqueología.
Continuamos caminando por Parliament Street hasta el cruce de James's Street, a la derecha nos encontramos con la Catedral de Santa Maria; es la catedral de la diócesis católica de Ossory.
La Catedral de Santa Maria fue construida en la primera mitad del siglo XIX en un estilo descrito como de principios del gótico inglés.
Una vez visitada la catedral católica, justo detrás de la iglesia encontramos la Black Mill Street, siguiéndola unos cientos de metros llegamos a otra importante iglesia de la ciudad: la Abadía Negra.
Esta abadía fue fundada en 1225 por la Orden de Santo Domingo y fue una de las primeras casas que tuvo la orden en Irlanda. Su nombre, Black Abbey se debe al hecho de que en algunos paises del norte de Europa, los dominicos, fueron conocidos como los frailes negros por el manto negro que vestían sobre los hábitos blancos.
Es interesante de visitar la cripta de la iglesia, sus vidrieras y la estatua de alabastro de la Santísima Trinidad del siglo XIV.
Ya era la hora de comer, así que nos dirigimos a la St. Kieran's Street, donde habíamos visto anteriormente pubs y restaurantes, y nos decidimos por el Kyteler's Inn, un pub tradicional irlandés donde probamos la cerveza local y comimos para reponer fuerzas.
Después de un merecido descanso nos dirigimos hacia el castillo. Está rodeado de un precioso parque con un bosque y prados verdes. Al llegar encontramos el parque muy animado, con gente tomando el sol sobre el cesped, paseando o viendo una exhibición de cetreria.
La Catedral de Santa Maria fue construida en la primera mitad del siglo XIX en un estilo descrito como de principios del gótico inglés.
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St. Kieran's Street |
Esta abadía fue fundada en 1225 por la Orden de Santo Domingo y fue una de las primeras casas que tuvo la orden en Irlanda. Su nombre, Black Abbey se debe al hecho de que en algunos paises del norte de Europa, los dominicos, fueron conocidos como los frailes negros por el manto negro que vestían sobre los hábitos blancos.
Es interesante de visitar la cripta de la iglesia, sus vidrieras y la estatua de alabastro de la Santísima Trinidad del siglo XIV.
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Castillo y jardines |
Después de un merecido descanso nos dirigimos hacia el castillo. Está rodeado de un precioso parque con un bosque y prados verdes. Al llegar encontramos el parque muy animado, con gente tomando el sol sobre el cesped, paseando o viendo una exhibición de cetreria.
El castillo está situado sobre las aguas del río Nore, se trata de un imponente bastión del siglo XII que perteneció a la dinastía de los Butler, que estában emparentados con Anna Bolena y Enrique VIII, desde el año 1360 hasta que casi 600 años después, Arthur Butler lo vendió por 50 libras al pueblo de Kilkenny para que se hiciera cargo de su mantenimiento.
A pesar de los cambios realizados en el castillo, conserva su apariencia medieval. La visita a los jardines es gratuita, pero para visitar el castillo hay que pagar 7 euros que desde luego merece la pena.
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Interior del castillo |
Todo el interior del castillo se puede visitar; desde la biblioteca, los dormitorios azul y chino, pasando por la sala de los tapices, la sala de dibujo y otras dependencias.
Terminada esta visita, y después de innumerables fotos, nos dirigimos a la estación para tomar el tren de vuelta a Dublín.
Cuando llegamos a Dublín, ya de noche, cenamos en una agradable pizzería cerca de la Catedral Christ Church y de nuestra casa, para después ir a dormir directamente.
En la siguiente jornada nos quedaríamos en Dublín para seguir visitando la ciudad.
Esa mañana la dedicamos en buena parte a recorrer el campus del Trinity College, la universidad más antigua y prestigiosa de Irlanda. Queremos visitar los jardines, la biblioteca, el Libro de Kells y el Arpa de Brian Boru.
Esta universidad fue fundada por la reina Isabel II a finales del siglo XVI, situada en el centro de Dublín y con un campus amurallado, es la más antigua de Irlanda y una reconocida institución de fama mundial.
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Campus Trínity College |
Su libreria es una de las más imponentes que recuerdo haber visto, con el sabor de su madera centenaria y miles de libros encuadernados en cuero alineados en sus estantes. Pienso que Swift y Bram Stoker fueron alumnos de esta universidad, y que quizás fue aquí donde concibieron personajes como Gulliver o Drácula.
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Librería Antigua |
En una vitrina se expone el arpa más antigua que se conserva de Irlanda, Arpa de Brian Boru, realizada en roble y sauce con cuerdas de bronce. Es el arpa celta que simboliza Irlanda. Su imagen se asocia con este país desde el siglo XIII y por tradición se atribuye al rey Brian Boru, que reinó entre 1002 y 1014, aunque el arpa en realidad data del siglo XIV.
También encontraremos el Libro de Kells, un manuscrito irlandés de gran riqueza, que contiene en latín los cuatro evangelios y fue creado por los monjes de Iona en el siglo IX.
Al estar dentro de una vitrina y con una iluminación escasa, pasa un tanto desapercibido entre las otras piezas del museo. El Libro de Kells supone el cénit de este tipo de manuscritos cristianos de tipología celta.
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Trínity College |
Al abandonar el Trinity, caminamos por barrios de estilo georgiano que nos sugieren como vivió la burquesía local del siglo XVIII.
En Merrion Square encontramos un monumento a Oscar Wilde, antiguo vecino de la plaza, y también la casa donde vivió.
En Merrion Square encontramos un monumento a Oscar Wilde, antiguo vecino de la plaza, y también la casa donde vivió.
Después de la visita al Trínity y del paseo por la zona nos dirigimos al Museo Nacional de Arqueología.
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Casa de Oscar Wilde |
El museo, abierto en 1890, exhibe objetos que datan desde el año 7000 a.C. a lo largo de siete galerias.
En la sala superior vimos recreaciones que documentan la vida de los vikingos desde su llegada a Irlanda en el año 795 d.C.
Pero lo que nos resultó más interesante fue la exposición permanente Oro de Irlanda, una de las más extensas de Europa. Expone objetos de oro y orfebrería pertenecientes a la Edad del Bronce y las diferentes técnicas de trabajo que se iban desarrollando entre el 2200 y 500 a.C.
Con estas dos visitas se nos pasó la mañana. Salimos del museo buscando un restaurante, y caminando, caminando, llegamos sin querer hasta el mercado St. George's Arcade Market. Un edificio de estilo victoriano con paredes de ladrillo rojo, que anteriormente fue un auténtico mercado, en una zona bohemia de la ciudad. Una especie de mercado de pulgas. Un lugar encantador donde compramos un recuerdo de Dublín.
En los alrededores del mercado hay un sinfín de restaurantes; y en uno de ellos comimos y descansamos antes de continuar la visita.
Muy cerca de Arcade Market, en Dame Street, se encuentra el Castillo de Dublín. Aunque parece más un palacio que un castillo, es otra de las visitas obligadas en la ciudad.
El castillo es casi tan antiguo como la ciudad, probablemente más. En una pequeña colina, posiblemente donde hubo un antiguo fuerte celta, y que los vikingos aprovecharon para construir una fortaleza en su lugar, hasta que en el siglo XIII los ingleses construyeron un castillo del que solo queda en pie una torre de esa época, la Record Tower.
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Interior del castillo |

Justo al lado del castillo visitamos el Ayuntamiento de Dublín. Nuestra visita se limitó a la Rotonda del edificio, una sala circular de estilo neoclásico, cubierta con una cúpula y sostenida por doce columnas y decorada con estaturas de personajes célebres.
El Ayuntamiento es un buen exponente de la arquitectura georgiana de la ciudad. Fue construido a finales del siglo XVIII por el gremio de mercaderes como sede de la Cámara de Comercio.
De esta visita destacaría solo la fachada y la sala circular o Rotonda.
A continuación nos sentamos en el pub Temple Bar a tomar una guinness y después caminamos hasta encontrar un restaurante para cenar.
Día 9: Howth y Malahide.
Esta jornada pensabamos pasarla muy cerca de Dublín, nos desplazaríamos hasta Howth primero, y a Malahide después.
Howth está muy cerca de Dublín, a tan solo 17 km. al norte de la ciudad, a una media hora de camino, y aunque se puede llegar en bus, nosotros tomamos el tren DART en Tara Street. Un tren de cercanías que recorre la bahía de Dublín de norte a sur, pero dadas las características de los pueblos que comunica, es como un tren turístico y cuesta 3 euros.
Salimos de la estación del DART ya en Howth y nos dirigimos hacia la izquierda para encontrarnos con el pueblo. Frente a la estación suelen poner un mercadillo de alimentación y artesanía muy interesante donde adquirir un recuerdo o algún producto local. Seguimos caminando y encontramos la zona del pueblo donde están las pescaderías y restaurantes donde comer pescado fresco y marisco.

Otro habitante del puerto, este más común, son las gaviotas, las hay a cientos, por todos lados a la espera de un trozo de pescado. Una de ellas intentó quitarme de la mano un trozo pan.
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Faro de Howth |
Nosotros hicimos la ruta más larga que rodea toda la península hasta el faro, por los acantilados, las vistas merecen la pena.
Desde el sendero fotografiamos El ojo de Irlanda, una pequeña isla frente al pueblo que es solo accesible mediante un barco turístico en verano.
Desde el sendero fotografiamos El ojo de Irlanda, una pequeña isla frente al pueblo que es solo accesible mediante un barco turístico en verano.
Como era un día despejado, desde los acantilados podía verse la costa de Irlanda del Norte.
Después de una hora caminando, a la derecha, al fondo de un saliente rocoso de la península, el Faro de Baily y la Bahía de Dublín. Espectacular.
Volvimos al pueblo para dirigirnos luego a Malahide al norte de Howth y continuar nuestra excursión.
Volvimos al pueblo para dirigirnos luego a Malahide al norte de Howth y continuar nuestra excursión.
Es un pueblo muy pequeño, por lo que sus encantos turísticos no son muchos, aún así, nos encontrábamos cerca y quisimos visitarlo.
El Castillo de Malahide está rodeado de jardines, bosques y parques. En el vivió la familia Talbot durante casi 800 años.
Desde aquí volvimos a Dublín y terminamos de pasar la tarde en el pub Temple Bar tomando un cerveza y disfrutando de la música y del ambiente del local hasta que se nos hizo la hora de la cena. Buscamos un lugar tranquilo para cenar en ese animado barrio.
Día 10: Parque Nacional Connemara - Fiordo de Killary-Abadía de Kylemore.
A las seis de la mañana y aún de noche, salimos desde Dublín hasta el Parque Nacional Connemara. El trayecto es largo, 300 km. hasta la costa oeste, en el Condado de Galway y además, queríamos hacer algunas de las visitas obligadas si se viaja hasta el oeste de Irlanda.
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Parque Nacional de Connemara |
Este romántico lugar es una regíón remota de montañas, turberas, lagos, un profundo fiordo y praderas pedregosas protegidas en un parque nacional.
La Península de Connemara es uno de los últimos reductos del idioma gaélico, con su paisaje amenazador y sombrío, de un verde profundo, campos con muros de piedra y miles de ovejas.
Connemara es una región que destaca, sobre todo, por sus paisajes y su gastronomía.
Connemara es una región que destaca, sobre todo, por sus paisajes y su gastronomía.
Algunas de las vistas más espectaculares de Irlanda estan en Connemara, y uno de los mejores sitios para disfrutarlas es desde Diamond Hill. Desde el Centro de Visitantes del Parque, parten unos senderos por la zona que suben hasta la colina Diamond Hill.
Durante el recorrido por Connemara disfrutamos de los paisajes de la zona: el perfil de la costa, los lagos, los paisajes austeros y cambiantes, y a lo lejos las Twelve Bens, una docena de verdes colinas.
Desde Clifden, la capital de Connemara, una carretera nos ofrece el recorrido más bonito de todo el parque, la panorámica de las Twelve Bens y el Castillo de Clifden.
Retomando el rumbo hacia el norte de Connemara, por la carretera N59, llegamos al encantador fiordo glaciar Killary.
Aqui embarcamos en un catamarán y disfrutamos de un paseo en barco de 90 minutos por el fiordo de Killary, el único fiordo de Irlanda.
Navegamos el brazo de mar de 16 kms. con vistas de algunos de los más bellos y salvajes paisajes del oeste del país. Un lugar para disfrutar sin prisas.
Como nosotros sólo teníamos un día para visitar Connemara, después del paseo en catamarán, nos dirigimos unos 25 km hacia el sur, atravesando el parque nacional y siguiendo la orilla del fiordo y del lago, para llegar al Lago Kylemore y visitar su hermosa abadía.
La Abadía Kylemore y sus bonitos jardines victorianos es uno de los lugares más visitados de Irlanda.
Este hermoso lugar se encuentra situado junto al lago Kylemore, en el corazón de las montañas y el parque nacional.
La abadía de Kylemore es una historia de amor. Cuenta la trágica historia de amor entre Mitchell y Margaret Henry. En 1852, los recien casados pasaban su luna de miel en Connemara, maravillados con el lugar, 13 años después habían levantado el castillo a los pies del lago, junto con los bonitos jardines victorianos y plantado los árboles que forman los bosques de los alrededores.
Mitchell y Margaret viven en el castillo felizmente con sus nueve hijos durante casi diez años. En 1875, Margaret muere súbitamente, y Mitchell, desolado, levanta una pequeña iglesia en estilo neogótico como mausoleo en memoria de su mujer.
Finalmente, Mitchell decide abandonar Kylemore y vende la abadía y los terrenos al Duque de Manchester. Este descuidó el castillo que acabó siendo vendido a unas monjas benedictinas por un precio simbólico. Estas monjas lo convirtieron en un colegio para chicas. En la actualidad, el colegio está cerrado pero la abadía sigue siendo regentada por la comunidad de monjas benedictinas.
Caminamos tranquilamente por la orilla del lago y aprovechamos para hacer algunas fotos de este idílico lugar.
A continuación volvemos a Dublin donde llegamos después de tres horas y media de carretera.
Nada más llegar a Dublín, cenamos en un restaurante de Temple Bar y nos vamos a dormir. Teníamos que preparar las maletas, al día siguiente acababa nuestro viaje, como nuestro avión salía por la noche, teníamos parte del día para disfrutar de la ciudad. Era nuestra última noche en Dublín.
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Para subir a bordo del catamarán |
Aqui embarcamos en un catamarán y disfrutamos de un paseo en barco de 90 minutos por el fiordo de Killary, el único fiordo de Irlanda.
Navegamos el brazo de mar de 16 kms. con vistas de algunos de los más bellos y salvajes paisajes del oeste del país. Un lugar para disfrutar sin prisas.
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Fiordo Killary |
Como nosotros sólo teníamos un día para visitar Connemara, después del paseo en catamarán, nos dirigimos unos 25 km hacia el sur, atravesando el parque nacional y siguiendo la orilla del fiordo y del lago, para llegar al Lago Kylemore y visitar su hermosa abadía.
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Navegando por el Fiordo Killary |
Este hermoso lugar se encuentra situado junto al lago Kylemore, en el corazón de las montañas y el parque nacional.
La abadía de Kylemore es una historia de amor. Cuenta la trágica historia de amor entre Mitchell y Margaret Henry. En 1852, los recien casados pasaban su luna de miel en Connemara, maravillados con el lugar, 13 años después habían levantado el castillo a los pies del lago, junto con los bonitos jardines victorianos y plantado los árboles que forman los bosques de los alrededores.
El castillo de Kylemore es ejemplo de las lujosas mansiones que terratenientes y propietarios británicos levantaron durante siglos en Irlanda.
Mitchell y Margaret viven en el castillo felizmente con sus nueve hijos durante casi diez años. En 1875, Margaret muere súbitamente, y Mitchell, desolado, levanta una pequeña iglesia en estilo neogótico como mausoleo en memoria de su mujer.
Finalmente, Mitchell decide abandonar Kylemore y vende la abadía y los terrenos al Duque de Manchester. Este descuidó el castillo que acabó siendo vendido a unas monjas benedictinas por un precio simbólico. Estas monjas lo convirtieron en un colegio para chicas. En la actualidad, el colegio está cerrado pero la abadía sigue siendo regentada por la comunidad de monjas benedictinas.
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La Abadía junto al Lago Kylemore |
A continuación volvemos a Dublin donde llegamos después de tres horas y media de carretera.
Nada más llegar a Dublín, cenamos en un restaurante de Temple Bar y nos vamos a dormir. Teníamos que preparar las maletas, al día siguiente acababa nuestro viaje, como nuestro avión salía por la noche, teníamos parte del día para disfrutar de la ciudad. Era nuestra última noche en Dublín.
Día 11: Dublín y despedida.
Teníamos toda la mañana y parte de la tarde para disfrutar de la ciudad antes de tener que dirigirnos al aeropuerto de vuelta a casa. Nuestro viaje estaba acabando.
Queríamos pasar la mañana visitando el Parque Fénix, comer tranquilamente en el centro y pasear por la ciudad antes de despedirnos de Dublín.
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Manada de gamos |
El Parque Fénix es un parque amurallado a solo tres kilómetros del centro de la ciudad. Tiene grandes extensiones de cesped, una manada de gamos que nos resultó muy fácil de ver, campos para jugar al cricket, al polo, al futbol, jardines, monumentos y el Zoo de Dublín.
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Obelisco Duque Wellington |
Durante siglos el parque fue propiedad de los representantes de los reyes, hasta que en 1747 se abrió al público.Su nombre proviene de una mala pronunciación del nombre gaélico Fionn Uisce, que significa Agua Clara.
Dentro del parque se encuentra la residencia del presidente de Irlanda, un monumento que representa al Ave Fénix, un obelisco de 65 m de altura en honor al Duque de Wellington, y la gran Cruz del Papa.
Después de comer y dar un último paseo por el centro, nos dirigimos al aeropuerto para volver a casa.
Nos quedaban muchas cosas por conocer del país, pero habíamos aprovechado nuestra estancia allí al máximo.
La conclusión que sacamos a la vuelta fue que ciertamente Dublín no era la ciudad más bonita de Europa, ni tenía tanto patrimonio como otras. No hay que dedicar mucho tiempo a visitar grandes monumentos. Lo mejor que puedes hacer en la ciudad es disfrutar de su ambiente.
Pero algo tiene Irlanda, que sin tener grandes ciudades, es uno de los destinos favoritos de los turistas. Es un país amable con bellos y salvajes paisajes, un lugar donde vivir.
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