Elevada en una península, en una hoz profunda cavada por el río Sarine, y contorneada por sus vestigios medievales, es uno de los centros históricos mejor conservados de Europa. Friburgo sigue siendo bastante francófona.
La ciudad fue fundada en 1157 por Berthold IV, duque de Zähringen, que eligió esta terraza a los pies del río Sarine para establecer una nueva ciudad amurallada y por eso la llamó Friburgo, del alemán frei, libre y burg, fortificación.
La ciudad fue fundada en 1157 por Berthold IV, duque de Zähringen, que eligió esta terraza a los pies del río Sarine para establecer una nueva ciudad amurallada y por eso la llamó Friburgo, del alemán frei, libre y burg, fortificación.
Dejamos el coche en una aparcamiento del centro y comenzamos nuestra visita por las calles del centro histórico de la ciudad.
La ciudad vieja rodea la plaza Petit Saint Jean, a la que se llega por la calle de la Samaritana. El centro de la ciudad alta es la plaza de Notre Dame, donde está la catedral de San Nicolás.
Así llegamos a la impresionante catedral gótica de San Nicolás, patrón de la ciudad y de los navegantes de su río.

Esta iglesia católica es el símbolo de la ciudad, empezó a construirse en el año 1283, en el lugar de una antigua iglesia románica que existía ya antes de la fundación de la ciudad. Está situada sobre un promontorio rocoso, cincuenta metros por encima del río y marca el inicio de la Friburgo medieval.
El edificio fue terminado entre los años 1430 y 1490 en estilo gótico. La riqueza de sus vidrieras nos dejaron boquiabiertos. En su interior descubrimos la Capilla del Santo Sepulcro.
El reto era subir a la torre principal, que mide 76 metros y tiene una escalera de caracol con 368 escalones. No apta para los que se mareen con facilidad. Desde arriba hicimos unas bonitas fotos de toda la ciudad.

Después de visitar la catedral y subir al campanario nos sentamos a comer en la terraza de un restaurante de la Rue des Alpes, una calle peatonal cerca de la catedral y con numerosos restaurantes.
A continuación seguimos paseando por la ciudad y nos acercamos hasta la Plaza del Ayuntamiento.
La zona alta y la baja se conectan con un funicular que data de 1899, y va de St. Pierre a Neuville, y sigue ahí gracias a acciones cívicas populares por conservarlo.
Subimos al funicular y después siguiendo la pasarela dimos un bonito paseo hasta la zona baja con una perspectiva del casco viejo espectacular.
Seguimos paseando junto al río, por la calle de Saint-Jost hasta llegar al Pont du Milieu, llamado por los friburgueses el puente de los pintores. Después de cruzarlo llegamos a la Plaza du Petit-Saint Jeau, llena de bares y restaurantes.
Continuamos un poco más en línea recta hasta otro bonito puente de madera, el Pont de Berne.
Lo más característico de Friburgo son sus puentes de madera, como el de Berna, originario del siglo XIII y las fuentes.
Este puente fue el primero construido en la ciudad y el único que queda cubierto. Esta maravilla de madera cubierta de flores tiene un gran parecido con el Puente de la Capilla de Lucerna que habíamos visto unos días antes, pero con mucha menos gente.
Como sus dos partes, la arquitectura de la ciudad es también dual. Los edificios neoclásicos conviven con otros medievales del gótico tardío en la zona baja, al igual que las lenguas (el francés y el alemán) que encontramos por duplicado en carteles de calles y plazas y la religión (protestante y católica).
Esta iglesia católica es el símbolo de la ciudad, empezó a construirse en el año 1283, en el lugar de una antigua iglesia románica que existía ya antes de la fundación de la ciudad. Está situada sobre un promontorio rocoso, cincuenta metros por encima del río y marca el inicio de la Friburgo medieval.
El edificio fue terminado entre los años 1430 y 1490 en estilo gótico. La riqueza de sus vidrieras nos dejaron boquiabiertos. En su interior descubrimos la Capilla del Santo Sepulcro.
En torno a la catedral gótica de San Nicolás hay unas doscientas casas con más de ocho siglos de antiguedad, lo cual es algo insólito incluso para Suiza.
Después de visitar la catedral y subir al campanario nos sentamos a comer en la terraza de un restaurante de la Rue des Alpes, una calle peatonal cerca de la catedral y con numerosos restaurantes.
A continuación seguimos paseando por la ciudad y nos acercamos hasta la Plaza del Ayuntamiento.
En la Gran Rue está el Ayuntamiento, sede del Parlamento del Cantón y ejemplo de arquitectura civil del siglo XVI. El edificio fue la primitiva fortaleza de los Zähringen y se adaptó como sede municipal en el siglo XVI, tomando el aspecto actual en el XVII. De esa época son las originales escaleras de doble rampa.
El interior del ayuntamiento fue reformado en el siglo XVIII. La sala del Consejo tiene una pintura de Gottfried Locher, artista barroco suizo, que realizó una alegoría de la república.
La zona alta y la baja se conectan con un funicular que data de 1899, y va de St. Pierre a Neuville, y sigue ahí gracias a acciones cívicas populares por conservarlo.
Subimos al funicular y después siguiendo la pasarela dimos un bonito paseo hasta la zona baja con una perspectiva del casco viejo espectacular.
Seguimos paseando junto al río, por la calle de Saint-Jost hasta llegar al Pont du Milieu, llamado por los friburgueses el puente de los pintores. Después de cruzarlo llegamos a la Plaza du Petit-Saint Jeau, llena de bares y restaurantes.
Continuamos un poco más en línea recta hasta otro bonito puente de madera, el Pont de Berne.
Lo más característico de Friburgo son sus puentes de madera, como el de Berna, originario del siglo XIII y las fuentes.
Este puente fue el primero construido en la ciudad y el único que queda cubierto. Esta maravilla de madera cubierta de flores tiene un gran parecido con el Puente de la Capilla de Lucerna que habíamos visto unos días antes, pero con mucha menos gente.
Como sus dos partes, la arquitectura de la ciudad es también dual. Los edificios neoclásicos conviven con otros medievales del gótico tardío en la zona baja, al igual que las lenguas (el francés y el alemán) que encontramos por duplicado en carteles de calles y plazas y la religión (protestante y católica).
Acabada nuestra visita de la ciudad, volvimos a casa a terminar la tarde con un baño en el Lago de Gruyére y una buena fondue casera hecha con quesos de la zona.
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