Annecy

Salimos  pronto   para llegar  a  Annecy antes de comer  y poder dar un paseo  por  esta ciudad  de la que  nos  habían  hablado  tan  bien. Muy pronto  estábamos  paseando  por  la  orilla del  lago y  recorriendo  sus calles.


Lago de Annecy

Como nuestro hotel era muy céntrico, con un corto paseo nos encontramos en el casco medieval de la ciudad.


Ya conocíamos la ciudad. En nuestro primer viaje a Suiza, habíamos pasado en ella una mañana, se encontraba en nuestro camino a Gruyere, nuestro destino en Suiza, y nos gustó tanto que queríamos volver en otra ocasión. Pues bien, esa ocasión había llegado.

El castillo al fondo
Entre esas montañas está la ciudad de Annecy,  un escenario de cuento de  hadas,  cuyo   lago  refleja  el pico  de  la Tournette, en  los límites occidentales de los Alpes.

Capital de Alta Saboya, es una ciudad de una homogeneidad fascinante;  caminar por el viejo Annecy es una experiencia sensacional. 

Sus cautivadores canales, las orillas floridas, sus preciosos puentes y las bonitas casas con fachadas de colores, son un buen motivo para pasear por sus callejuelas peatonales.

Los barrios antiguos parecen suspendidos en el tiempo y se reflejan en canales que nacen del lago.


Palacio de la Isla
Annecy es uno de los pueblos más encantadores de los Alpes franceses, conocida como "la Venecia de los Alpes", con su atractivo casco medieval peatonal, atravesado por canales, puentes, calles con arcadas y el río Thiou. 


El Palais de l'isle, del siglo XII, es una de sus joyas arquitectónicas. Se halla en medio de un canal y tiene la forma de una gran navío. Una prisión del siglo XII en medio del canal de Thiou (uno de los ríos más cortos de Francia),

El Castillo de Annecy, cuyas torres se levantan por encima de la ciudad ofreciendo espléndidas vistas del viejo Annecy y del lago cristalino que se extiende a sus pies.

Para rematar la visita, nada mejor que un paseo por las orillas del Lago de Annecy, de 2.800 hectáreas, una visita imprescindible, que también se puede recorrer en barco. 




Aunque no disponíamos de mucho tiempo, si que hicimos una pequeña visita por la ciudad, por sus calles antiguas y sus canales, paseamos por la orilla del Lago de Annecy hasta cruzar el Puente de los Amores. 

Después de pasear por la ciudad, nos sentamos en un restaurante cerca del castillo, en el casco antiguo, para comer una contundente tartiflette, un plato típico de Saboya a base de patata, panceta y queso reblochon fundido.

No queríamos volver a nuestro hotel, era muy agradable seguir paseando por callejuelas medievales, canales y terrazas llenas de gente cenando o tomando una copa.

Su pequeño barrio medieval está recorrido por canales, puentes y calles con arcadas.

Palais de l'Ile y canales
Castillo de Annecy























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