Antes de continuar con la visita a Berna, es interesante que comente que al pasar la frontera de Suiza en coche, se paga una viñeta anual de obligado uso por carreteras nacionales. En este país no existen peajes por lo que la circulación es más rápida.
Torre del reloj. |
Plaza del Mercado. |
Berna también es una ciudad sofisticada y cultural, cultiva una atávica melomanía; en cuanto llega el buen tiempo, la ciudad se llena de músicos y de música.
Iglesia Santos Pedro y Pablo desde campanario catedral. |
La ciudad antigua se levanta sobre una pequeña península en un meandro del río Aare. Con poco espacio para los coches, Berna es una ciudad para descubrir a pie. Con casi seis kilómetros de soportales, nos asegurábamos estar a cubierto para las compras o el callejeo en un país de lluvias como este.
La calle principal de Berna es la Marktgasse, rodeada por coquetas casas con soportales de los siglos XVII y XVIII.
También la Kramgasse es de las calles más populares de la ciudad, donde destaca la Torre del Reloj con sus divertidas decoraciones y donde pudimos admirar algunas de las once fuentes monumentales, como la Vennerbrunnen y la Simsonbrunnen.
Reloj astronómico |
También son característicos los campanarios de aguja. El más famoso es el Zytgloggeturm, la Torre del Reloj. Erigido a finales del siglo XII, en 1530 le añadieron un reloj del que sale un simpático grupo de oseznos que se encargan de dar las horas.
Hay que estar cuatro minutos antes de la hora junto a la Torre del Reloj. Debajo del gran reloj se encuentra el reloj astronómico con la hora solar. Al lado se encuentran las figuras mecánicas (1527-1530).
Centro de Berna desde el campanario de la catedral |
El gallo canta por primera vez tres minutos antes de la hora, después salen un bufón y unos osos, con el tercer canto del gallo termina el espectáculo. El mérito es que se ha conservado el mecanismo de origen. El reloj funciona hoy como funcionaba en el siglo XVI.
Y es que encontramos osos por todas partes durante nuestra visita a Berna: en el escudo de la ciudad, en las fuentes, en las estatuas... También los vimos vivos en la Bärengraben, célebre osera situada en la orilla del río Aare a la que se llega tras un corto paseo.
La mejor manera de verlos es desde el puente de entrada a la ciudad, ya que se tiene una vista completa de todo el terreno que tienen para moverse junto al río.
Pero como nosotros queríamos acercarnos lo más posible a los osos, desde el otro lado, casi sobre la osera, hay un recinto con cafetería y hasta allí fuimos para ver al más famoso icono de la ciudad.
Desde aquí nos fuimos a comer a la terraza de un restaurante en la Plaza del Mercado. Un lugar bullicioso y agradable, con puestos de flores, frutas, bonitos edificios y bastantes terrazas.
Después fuimos paseando por la Kramgasse hasta la Plaza de la Catedral y nos encontramos con el Münster, la catedral de San Vicente, otro de los monumentos más emblemáticos de la ciudad.
Construida en el siglo XV, es una obra maestra del gótico tardío suizo, y el edificio religioso más alto de Suiza. Tiene un gran campanario de 100 metros de altura coronado por un pináculo que fue levantado en 1893.
Como viene siendo costumbre en nuestros viajes, subimos a la torre del campanario, que también es la más alta de Suiza con 254 escalones, con unas bonitas vistas de la ciudad con los Alpes de fondo.
En la plaza que da acceso a la catedral nos encontramos con otra de las famosas fuentes de Berna, la de Moisés.
El funicular que une la ciudad baja y la alta. |
Como viene siendo costumbre en nuestros viajes, subimos a la torre del campanario, que también es la más alta de Suiza con 254 escalones, con unas bonitas vistas de la ciudad con los Alpes de fondo.
La Plaza del Mercado con el Parlamento al fondo |
Fuente del Ogro |
En la plaza que da acceso a la catedral nos encontramos con otra de las famosas fuentes de Berna, la de Moisés.
Otros monumentos notorios son el Ayuntamiento, del siglo XV, iglesias y museos y el Bundeshaus.
El parlamento federal, de inspiración renacentista, resume el espíritu del país. Cuando la Confederación Helvética adoptó la estructura política actual, algunas ciudades optaron por Zurich, la más grande, pero los francófonos la considerarón demasiado "alemana". Finalmente se optó por Berna, próxima a la Friburgo de habla francesa y con un emplazamiento central dentro de la confederación de cantones.
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