Berna

Nos dirigimos a Berna por la autopista, a unos 60 km de distancia de casa. Directamente dejamos los coches en un garaje que buscamos en el centro. En las ciudades suizas es casi imposible aparcar, y aunque los garajes son un poco caros, merece la pena dejar el coche y no perder tiempo.

La Berna medieval a orillas del río Aare.

Antes de continuar con la visita a Berna, es interesante que comente que al pasar la frontera de Suiza en coche, se paga una viñeta anual de obligado uso por carreteras nacionales. En este país no existen peajes por lo que la circulación es más rápida.

Torre del reloj.
Berna fue fundada en el siglo XII y está enclavada en pleno corazón de Suiza. Bañada por las aguas del río Aare y protegida por las formaciones alpinas, Berna muestra orgullosa su legado medieval en su casco antiguo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en una ambiente cosmopolita y provinciano a partes iguales.

Plaza del Mercado.
Durante nuestra visita a la ciudad, vimos como todos los detalles estaban en su sitio, y eso no es fácil de encontrar. Había geranios en la repisas de las ventanas, el mobiliario urbano en perfecto estado de revista, los comercios adornados primorosamente...

Berna también es una ciudad sofisticada y cultural, cultiva una atávica melomanía; en cuanto llega el buen tiempo, la ciudad se llena de músicos y de música.

Iglesia Santos Pedro y Pablo desde campanario catedral.
Tras el incendio del año 1405, cuando las casas eran de madera y quedaron destruidas, la nueva Berna se construyó a la manera suiza y en estilo gótico.

La ciudad antigua se levanta sobre una pequeña península en un meandro del río Aare. Con poco espacio para los coches, Berna es una ciudad para descubrir a pie. Con casi seis kilómetros de soportales, nos asegurábamos estar a cubierto para las compras o el callejeo en un país de lluvias como este.
Catedral de San Vicente en Berna

La calle principal de Berna es la Marktgasse, rodeada por coquetas casas con soportales de los siglos XVII y XVIII.

También la Kramgasse es de las calles más populares de la ciudad, donde destaca la Torre del Reloj con sus divertidas decoraciones y donde pudimos admirar algunas de las once fuentes monumentales, como la Vennerbrunnen y la Simsonbrunnen.


Reloj astronómico



También son característicos los campanarios de aguja. El más famoso es el Zytgloggeturm, la Torre del Reloj. Erigido a finales del siglo XII, en 1530 le añadieron un reloj del que sale un simpático grupo de oseznos que se encargan de dar las horas.

Hay que estar cuatro minutos antes de la hora junto a la Torre del Reloj. Debajo del gran reloj se encuentra el reloj astronómico con la hora solar. Al lado se encuentran las figuras mecánicas (1527-1530).

Centro de Berna desde el campanario de la catedral

El gallo canta por primera vez tres minutos antes de la hora, después salen un bufón y unos osos, con el tercer canto del gallo termina el espectáculo. El mérito es que se ha conservado el mecanismo de origen. El reloj funciona hoy como funcionaba en el siglo XVI.

Y es que encontramos osos por todas partes durante nuestra visita a Berna: en el escudo de la ciudad, en las fuentes, en las estatuas... También los vimos vivos en la Bärengraben, célebre osera situada en la orilla del río Aare a la que se llega tras un corto paseo.


La mejor manera de verlos es desde el puente de entrada a la ciudad, ya que se tiene una vista completa de todo el terreno que tienen para moverse junto al río. 

Pero como nosotros queríamos acercarnos lo más posible a los osos, desde el otro lado, casi sobre la osera, hay un recinto con cafetería y hasta allí fuimos para ver al más famoso icono de la ciudad.

Desde aquí nos fuimos a comer a la terraza de un restaurante en la Plaza del Mercado. Un lugar bullicioso y agradable, con puestos de flores, frutas, bonitos edificios y bastantes terrazas.

Después fuimos paseando por la Kramgasse hasta la Plaza de la Catedral y nos encontramos con el Münster, la catedral de San Vicente, otro de los monumentos más emblemáticos de la ciudad. 
El funicular que une la ciudad baja y la alta.
Construida en el siglo XV, es una obra maestra del gótico tardío suizo, y el edificio religioso más alto de Suiza. Tiene un gran campanario de 100 metros de altura coronado por un pináculo que fue levantado en 1893. 

Como viene siendo costumbre en nuestros viajes, subimos a la torre del campanario, que también es la más alta de Suiza con 254 escalones, con unas bonitas vistas de la ciudad con los Alpes de fondo.
La Plaza del Mercado con el Parlamento al fondo
Fuente del Ogro













En la plaza que da acceso a la catedral nos encontramos con otra de las famosas fuentes de Berna, la de Moisés.

Otros monumentos notorios son el Ayuntamiento, del siglo XV, iglesias y museos y el Bundeshaus.

El parlamento federal, de inspiración renacentista, resume el espíritu del país. Cuando la Confederación Helvética adoptó la estructura política actual, algunas ciudades optaron por Zurich, la más grande, pero los francófonos la considerarón demasiado "alemana". Finalmente se optó por Berna, próxima a la Friburgo de habla francesa y con un emplazamiento central dentro de la confederación de cantones.



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