Irlanda del Norte: Belfast y Calzada del Gigante

Calzada del Gigante y Belfast.


Nuestras excursiones por Irlanda las hicimos con la empresa Irlanda en español. En autobus, con guías españoles que nos iban explicando un poco la historia durante el trayecto, y una vez en el lugar a visitar quedábamos encantados con sus explicaciones.

Vista de la Calzada del Gigante desde los acantilados
En esa primera excursión nos dirigimos primero a la Calzada del Gigante, a 255 km de Dublín, desde allí visitamos Belfast a 96 km, para volver luego a Dublín.

Hexágonos de basalto
Aunque eran muchos kilómetros, el camino se nos hizo ameno gracias a las explicaciones de nuestra guía.


La frontera de Irlanda del Norte es invisible, a veces divide granjas cuyos propietarios dicen que duermen con la cabeza en el Reino Unido y el corazón en Irlanda.

No hay ningún aviso, ni puesto de aduanas. De repente, después de kilómetros, advertimos que las cabinas telefónicas son rojas, signo de que ya estábamos en Reino Unido.



Historia y leyenda enmarcan una sucesión de pueblos e impresionantes paisajes en esta remota región.


Era la estrella indiscutible del viaje. Se trata de un excepcional escenario natural donde nos sentimos transportados a otro planeta al contemplar miles de columnas de basalto en asombrosa armonía geométrica. La mayor parte de las columnas son hexágonos.





















Según la leyenda, son la obra de un gigante que ingenió un sendero de piedra entre Irlanda y Escocia. La realidad es que su formación se debe a una explosión volcánica que vertió lava basáltica sobre un terreno de piedra caliza hace 60 millones de años, tras la cual el magma se solidificó con estas formas tan peculiares



Reconocida como Patrimonio de la Humanidad, la Calzada del Gigante cuenta con un centro de visitantes e interpretación. Esta rareza natural está formada por una sucesión de 37.000 columnas de basalto tan bien ordenadas, que la teoría de su creación por el gigante parece más real que la de la erosión.

Os damos algunos consejos para visitar la calzada. Al llegar a la zona encontramos un parking donde se puede dejar el coche o el autobús.

Una vez lleguéis veréis una pequeña carretera que baja hasta la costa. Podéis coger un microbús que os bajará a la zona de las columnas en la costa, o también es posible lo que  hicimos nosotros, subir caminando por los acantilados, las vistas son impresionantes y se ve la calzada desde arriba, para después bajar por unas escaleras hasta la costa y pasear por las columnas.

Desde la costa podéis hacer la subida hasta el parking en el microbús.



Desde luego el paseo por el acantilado es el mejor momento para hacer fotos de la costa y de las columnas de basalto.

Después de visitar la Calzada del Gigante nos dirigimos a visitar Belfast, la capital de Irlanda del Norte.

Centro de Belfast
Llegamos en una hora aproximadamente y tuvimos el resto del día para la visita de la ciudad.

Uno de los atractivos de Belfast es el Museo del Titanic, un modernísimo edificio situado en el mismo lugar donde se construyó el mítico transatlántico.


En Belfast sobresale los numerosos murales pintados en las fachadas por republicanos y lealístas, como símbolo de la rivalidad.

Museo del Titanic
Hicimos un tour para ver el famoso arte mural de la ciudad. Nuestro guía nos dio una instructiva clase de historia local para conocer la inestabilidad política y los conflictos del pasado.

Ayuntamiento 
Importante que un guía explique las pinturas murales para conocer a los personajes que aparecen y los hechos históricos que representan.

Desde aquí paseamos por el centro, donde sin duda destaca el edificio del Ayuntamiento de Belfast. Construido en estilo neoclásico renacentista, es orgullo de sus ciudadanos.
Panorámica desde la cúpula de Victoria Square

Después paseamos por el centro, y aconsejados por nuestra guía, subimos a la cúpula del centro comercial Victoria Square, una moderna cúpula de cristal, desde donde disfrutamos de bonitas vistas de la ciudad y algunos de sus edificios más emblemáticos. 

A última hora de la tarde volvimós a Dublín. Terminamos la noche cenando en un restaurante de Temple Bar y dando un paseo por este animado barrio.














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