Milán


Aunque Milán es una ciudad muy grande, desde la estación, en poco ya estábamos en nuestro hotel. Estaba situado a unos cinco minutos caminando hasta el Duomo, lo que era muy cómodo para no tener que coger el metro por la noche a la vuelta.

Duomo y Árbol Navideño iluminado









Más tarde salimos a cenar y pasear por la ciudad por la noche.

Al llegar a la Piazza del Duomo y doblar una esquina nos quedamos maravillados. Allí estaba la Catedral, iluminada, con el bonito árbol navideño haciéndole compañía y al fondo la Galería Vittorio Emanuele II.

Interior Galería Vittorio Emanuele II
Arrastra la capital lombarda el tópico de su falta de encantos pese a la condición de centro financiero del país. Es cierto que Milán es una ciudad rica e industrial, pero no es sólo eso. Hay más.

Existe una ciudad oculta que sólo desvela sus encantos a quienes demuestran interés por ella.

Las "otras" ciudades forman un alter ego más atractivo que su realidad de capital económica. 

Hay un Milán que se refleja en el espejo de los navigli, las vías de agua que quedan de los antiguos canales de la ciudad, un Milán medieval que pervive entre los arcos de la Loggia dei Mercanti, y otro renacentista que se rinde al genio del Cenácolo que pintó Leonardo en el refectorio de Santa Maria delle Grazie.
Castillo de los Sforza

No hay que olvidar el Milán poderoso que Ludovico el Moro convirtió en hegemónico desde el castillo Sforzesco y que hoy suaviza su mole rojiza con los verdes del parque Sempione. 

Hay, también, un Milán espiritural que se vive en el Duomo o en el atrio románico de San Ambrosio, su patrón. Y por fin, un Milán moderno y rico en las finanzas, exquisito en los escaparates de las calles Montenapoleone o Spiga.

Galería Victor Manuel II
Entre tantos "Milanes" hay uno que vive por y para la música. El que se rinde a la magia de la Scala. Cuando la temporada de ópera comienza, la ciudad vive el amor por la música en los escaparates de algunos comercios, con las pantallas para seguir la obra en directo en los alrededores del teatro. 

Como vivimos nosotros en diciembre, con el glamour de la ciudad en el inicio de la temporada de la Scala, cortes de calles, la plaza con policías  y muchos curiosos intentando ver a las personalidades y famosos que acudían al teatro... Nos costó imaginar que todo ese despliegue era por el estreno musical en la Scala. 

Era nuestro primer día completo en Milán y estábamos dispuestos a aprovecharlo.

Terraza del Duomo 
Comenzamos nuestro itinerario en la Piazza del Duomo, en el corazón de la ciudad. Pocos espectáculos tan gratificantes como la imagen del Duomo. Esta preciosa catedral gótica es el monumento más famoso de la ciudad.

Interior Catedral
La catedral surge en todo su esplendor y ofrece la majestuosidad de sus cinco naves, mientras eleva sus agujas presididas por la imagen protectora de la Madonnina, obra de Giuseppe Perego a más de 100 metros de altura.

Chapitel con la Madonnina

Es la cuarta iglesia europea por dimensiones y una de las más altas. La primera piedra fue puesta en 1386 y acabada cuatro siglos después,  en 1813, cuando fueron terminados los trabajos de la fachada.

El interior del Duomo está repleto de obras de arte, tapices antiguos y unas preciosas vidrieras policromadas que recrean escenas de la Biblia.

Nosotros llegamos muy temprano por miedo a las colas para entrar a la catedral y también para subir a su terraza.  No fue necesario esperar, directamente decidimos visitar primero la terraza (parecía que fuese a llover) y después disfrutar tranquilamente en el interior.

Cripta de San Carlos Borromeo
En el interior de la catedral se encuentra la cripta con los restos del primer obispo de Milán, San Carlos Borromeo.

Subir a la terraza del Duomo fue una experiencia muy interesante, se puede subir en ascensor o por las escaleras. La terraza es increible, no tiene parangón, poder pasear a distintos niveles, con sus espectaculares chapiteles y pináculos, entre arbotantes, todo hecho en marmol, cientos de esculturas, magnífico.   



Y si esto no fuese suficiente razón para subir, diría que es el mejor mirador de la ciudad, un lugar ideal desde el que hacer estupendas fotos de los alrededores del Duomo y de toda la ciudad.

Pero en la Piazza del Duomo también encontramos otros edificios a destacar, como el Palazzo Reale ( mirando la fachada de la catedral, a la derecha), sede de las más importantes y prestigiosas muestras temporales que se desarrollan en la ciudad.

Palacio Real y museos desde la terraza del Duomo

Adyacente al Palazzo Reale se encuentra el Museo del Novecento que acoge algunas de las obras más importantes de la pintura y la escultura del siglo XX.

Para los amantes de las compras de calidad pero a precios razonables, junto al Duomo y la Galería Vittorio Emanuele II, encontramos el edificio de los almacenes la Rinascente, de finales del siglo XIX.
Museos en la Plaza del Duomo

En el centro de  la plaza hay una escultura dedicada al primer rey de la Italia unificada, Victor Manuel II, inaugurada en 1896 cuando se finalizó la reestructuración de la plaza.

Lo que corresponde ahora es tomar el acristalado corredor de la Gallería Vittorio Emanuele. Conocida como "il salotto" por los milaneses, es desde su construcción en el siglo XIX punto de encuentro para los vecinos de la ciudad. 


Almacenes La Rinascente
Vista Plaza del Duomo



















Sus coloridos pavimentos y sus magníficas bóvedas de hierro y vidrio albergan numerosos cafés y restaurantes y ofrecen un primer contacto con el refinado comercio milanés. 

En la actualidad alberga tiendas de famosos diseñadores y joyerias. Los mosaicos y estucos que decoran la galeria merecen una visita.

Victor Manuel II en Plaza del Duomo
Justo frente al Duomo, camino de nuestra visita al Castillo pasamos por Piazza dei Mercanti, sede del Palazzo della Ragione. La plaza fue creada como centro de la vida de la ciudad en la edad media.

Seguimos caminando por Via dei Mercanti. Esta calle atraviesa todo el casco antiguo y nos lleva hasta la peatonal y comercial Via Dante, ya muy cerca del Castillo Sforcesco.


Como ya se había hecho tarde, nos sentamos tranquilamente a comer en una terraza de Via Dante, a pesar del frío que hacía se estaba bien, la terraza estaba cubierta y con estufa.
Interior Galerías Vittorio Emanuele II

Después de comer y descansar un rato, visitamos el Castillo, el mayor monumento renacentista de Milán y otro de los grandes atractivos de la ciudad.

El Castillo Sforcesco es uno de los principales simbolos de Milán y de su historia.

El castillo fue edificado por petición de Galeazzo Visconti en la segunda mitad del siglo XIV. Sucesivamente fue hecho ampliar por los nuevos señores de Milán bajo la guia de Francesco Sforza, que transformó el castillo en una ciudadela militar. 

Entrada al castillo













Espectacular la torre que recibe a los visitantes en el ingreso principal del castillo.

Actualmente el castillo acoge algunos de los museos más interesantes de la ciudad como el Museo Egipcio, el Museo de Arte Antiguo y otros.

Patio central del castillo


Pero lo más interesante es visitar el patio central del castillo y los otros dos patios, muy bonitos y de acceso gratuito.

Después de terminar nuestra visita al castillo, disfrutamos de un poco de relax en el Parque Sempione. 

Este parque fue realizado a finales del siglo XIX, en un estilo romántico inglés con el proyecto del  arquitecto Emilio Alemagna. Es el espacio verde más grande de la ciudad.

Parque Sempione
 En un extremo del parque se encuentra el Arco de la Paz, en la Plaza Sempione, un arco de triunfo mandado construir por Napoleón después de invadir la ciudad para celebrar sus victorias. Es una estructura de mármol de 23 metros de altura. Su historia fue muy diversa a como la imaginó Napoleón.

En esta misma plaza tomamos un tranvía vintage para dirigirnos hasta la iglesia de San Ambrosio. Era un tranvía antiguo con todo el interior de madera. 

Arco de la Paz
Cuando llegamos a Milán, cada día comprábamos un billete de día por 4,50 euros para poder desplazarnos cómodamente en metro o en tranvía por la ciudad todas las veces necesarias.

La red de tranvías es muy amplia y abarca todo el centro. Además de los tranvías convencionales, encontramos algunos tranvías antiguos que forman parte del transporte público.

 Llegamos a la Basílica de San Ambrosio. es la segunda iglesia en importancia de la ciudad y está dedicada al patrón de Milán.

Fue construida entre el 379 y 386 por petición  del obispo Ambrosio en estilo románico lombardo en la zona del cementerio donde fueron sepultados los cristianos martirizados por la persecución romana. Es una de las iglesias más antiguas de la ciudad.

Basílica de San Ambrosio

Además del inmenso valor histórico de la basílica de San Ambrosio, nos ofrece la posibilidad de ver una iglesia románica de planta basilical de grandísimas proporciones y un inmenso atrio del más alto interes. Muy interesantes los mosaicos del ábside y el magnífico sepulcro.

En el interior encontramos los restos de San Ambrosio y de los mártires Gervasio y Protasio.

Interior Basílica de San Ambrosio


Desde aquí, nos dirigimos paseando hacia la Basílica de Santa Maria delle Grazie para visitar la obra de Leonardo.

Como tenemos tiempo de sobra hasta la hora de nuestra visita, justo en el café que hay junto a la iglesia hacemos un descanso para tomar algo caliente y descansar un rato.

Unos meses antes y desde casa habíamos comprado las entradas para la visita del Cenácolo via online. Es casi imposible adquirirlas en la iglesia en el momento de la visita. 

Basílica  Santa Maria delle Grazie

Aunque la Basílica de Santa Maria delle Grazie comenzó a construirse en pleno gótico, fue acabada ya entrado el renacimiento, entre 1466 y 1490. Por esta razón es considerada una obra maestra del renacimiento milanés. 

Fue mandada edificar por los frailes Dominicos en el lugar donde anteriormente había una capilla. El interior, con tres naves, es rico en obras de arte.

Entrada para visitar el Cenácolo

Son también interesantes de visitar los claustros de la iglesia, aunque la verdadera joya que guarda la iglesia es su refectorio, conocido como el Cenácolo Vinciano.

El antiguo refectorio del convento Dominico, situado a la izquierda de la fachada, conserva una de las pinturas más célebres del mundo: "La Última Cena" de Leonardo da Vinci, pintada entre 1494 y 1498. 

El Cenácolo Vinciano es particularmente frágil y delicada debido a que Leonardo abandonó el método tradicional de la pintura al fresco, pintando la escena "al seco" en una pared del refectorio. Por este motivo la entrada para la visita es muy disciplinada y los turnos duran 15 minutos para un número máximo de 30 personas cada vez. 

"La Última Cena" de Leonardo da Vinci en una pared del refectorio de Santa María delle Grazie

Como hicimos nosotros, aconsejamos la reserva de entradas con bastante anticipo.

Como última visita del día queremos ir a la Basílica de San Lorenzo y ver las Columnas de San Lorenzo.

Basílica de San Lorenzo
Tenemos prisa para que no cierren la iglesia, así que justo en la puerta de Santa Maria delle Grazie pillamos un tranvia que nos llevó hasta la Piazza del Duomo y desde allí a la Basílica de San Lorenzo.

Lo primero que vemos al llegar son las llamadas Columnas de San Lorenzo. 

Se trata de 16 columnas, de casi 7 metros y medio de alto, en  marmol con capiteles corintios. Provienen de edificios romanos del siglo II o III d.C. (probablemente un templo pagano) y fueron colocadas en la actual localización en el siglo IV para completar la plaza donde se construyó la iglesia.

Interior Basílica San Lorenzo
La Basílica de San Lorenzo Mayor es la iglesia más antigua de Milán. Modificada a lo largo de los siglos hasta adquirir el aspecto actual. La iglesia es sobria e imponente, de planta cuadrada y cuatro sermicírculos que dan forma a las diversas capillas.

En el interior de la basílica son de particular interés los mosaicos paleocristianos del siglo IV y la capilla de San Aquilino que ha conservado enteramente su estructura original y donde se encuentra la urna sarcófago con las reliquias del santo.

Dentro, para nuestra sorpresa, encontramos una réplica de "La Última Cena" de Leonardo pintado por un discípulo suyo.

Columnas de San Lorenzo
Después de un día muy interesante, nos merecíamos una buena cena y que mejor que dirigirnos a la zona de los navigli.

Por supuesto que cogimos un tranvía hasta ese barrio. Los navigli son los últimos canales artificiales que quedan del complejo sistema hídrico de Milán hasta el siglo XIX  y que fueron cubiertos en el siglo XX.

Construidos a principios del siglo XII para que la ciudad fuese accesible desde el mar, fue Leonardo quien siglos más tarde los convirtió en auténticas rutas navegables.

Hoy es uno de los barrios más animados de la ciudad, ideal para cenar, tomar una copa o un aperitivo. 

Cenamos tranquilamente en un restaurante junto a un canal y probamos algunos platos de la gastronomía local. Como nos habían dicho, esta zona estaba muy animada. Como hacía mucho frío, tras un corto paseo tomamos el tranvía para volver al centro. 

Restaurantes en el Naviglio Grande
Fuimos hasta la Piazza del Duomo, el día estaba acabando, pero antes de ir al hotel queríamos volver a pasear por la plaza y la Galeria Vittorio Emanuele II, ver el Teatro de la Scala, disfrutar del ambiente animado y la magia del lugar con los edificios iluminados y ese enorme y bonito árbol de Navidad.

A la Plaza de la Scala se llega atravesando la Galería Vittorio Emanuele II. Al otro extremo de la galería, presidiendo una bonita plaza, el Teatro de la Scala, modesto en dimensiones comparados con otros famosos teatros pero exquisito en hechos.

Teatro de la Scala
En el centro de la plaza encontramos una estatua de Leonardo da Vinci, delante de la estatua, en una cara de la plaza está el Palacio Marino, sede del Ayuntamiento de Milán y en frente el Teatro alla Scala.  

También encontramos allí el Palacio de la Banca Comercial italiana, sede de la Galería de Italia.

Ayuntamiento de Milán






Esa noche cenamos en un restaurante de moda que hay en la Vía Ugo Foscolo, una calle paralela a la galería y que va a dar al Duomo, aunque tuvimos que esperar un buen rato hasta conseguir una mesa, mereció la pena. 
Palacio de la Banca Nacional Italiana

Después de cenar tranquilamente y pasear por el centro nos dirigimos al hotel. 




 Al día siguiente, nada más salir a la calle, el aire frío nos dejó helados. ¡Madre mía que frío! Hacía más frío que los días anteriores. Aunque estábamos muy bien abrigados, nos lloraban los ojos del aire helado.

Nos quedaba por visitar el barrio de Brera, el cuadrilátero de la moda y la estación central. 

También teníamos pendiente la compra de un pequeño "babbo natale" de cristal al que le habíamos echado el ojo dos días antes.


Via dei Mercanti
Desde el Duomo y tomando la Via Dante para después girar a la derecha, comenzamos la visita de uno de los más deliciosos barrios milaneses, Brera.


Tres calles forman la columna vertebral de Brera: Broletto, dell'Orso y la que da nombre al barrio. 

Monumento de Giuseppe Garibaldi en Largo Carioli


Con sus características 
vías peatonales típicas de la vieja Milán, Brera es famoso por las tiendas de anticuario, los pequeños comercios, sus calles empedradas, las típicas fachadas de colores y la gran variedad de locales para comer.



En la Via Brera, después de unos 100 metros encontramos la Pinacoteca de Brera. El museo tiene la sede en el gran Palacio de Brera, también acoge la Biblioteca Braidense, el Jardín Botánico, el Observatorio Astronómico y la Academia de Bellas Artes.


Barrio Brera
Pinacoteca de Brera
Seguimos paseando por el barrio, sin rumbo, hasta llegar al Teatro de la Scala. Desde aquí, muy cerca, se encuentra el llamado cuadrilátero de la moda. 

Decidimos acercarnos para curiosear por sus escaparates.

El cuadrilátero de la moda es un área ubicada cerca del Teatro de la Scala. Este cuadrilátero imaginario  queda  incluido  entre 
las calles: Vía Montenapoleone, una de las más lujosas y renombradas de Milán, Vía Alessandro Manzoni, Vía della Spiga y Vía Sant'Andrea.

Interior Palacio de Brera
Estuvimos paseando por estas calles donde se concentran las más lujosas joyerías, boutiques, galerías y salas de diseño. En fin, lo  más  de  lo  más  del  diseño y el lujo.

Se nos había hecho la hora de comer. La ciudad estaba a reventar de gente. Mucha más que en los días anteriores. No fue fácil encontrar un restaurante para comer.

Iglesia San Carlos Borromeo



Finalmente conseguimos comer en un restaurante en la misma Piazza del Duomo. Descansamos un buen rato, sabíamos que la tarde y la noche sería muy cansada.


Y como despedida de la ciudad visitamos la Estación Central. La estación más impresionante que había visto en mi vida.




La Estación Central de Milán se encuentra en la Plaza Duque de Aosta. 

Estación Central de Milán

Imponente y monumental, la estación fue inaugurada en el año 1931. El edificio no tiene un estilo arquitectónico definido, es una mezcla de diversos estilos, principalmente Art Decó y Art Nouveau, sumado a la monumentalidad  típica de la arquitectura fascista.


Es bonita e impresionante, con la gran altura de sus bóvedas acristaladas, sus grandes galerías. Es enorme. Dentro vimos al menos cuatro árboles navideños. 
Estación Central


Pues ya desde aquí nos despedimos de Milán. Lo hemos pasado genial. Ni un "pero" al viaje. A continuación cogimos un bus hasta el aeropuerto de Bérgamo y el avión a casa.

Una escapada perfecta y para recomendar.


Para ver el viaje completo pinchad aquí.

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