Zúrich.


Era la primera vez que visitábamos esta ciudad de 400.000 habitantes y sentíamos mucha curiosidad por conocerla y disfrutarla.

Zúrich se halla en el centro de Europa y de Suiza, en el extremo norte del Lago de Zúrich y a orillas del río Limmat. En un imponente escenario natural, la ciudad siempre es una apuesta segura para el viajero. Es una ciudad fascinante a orillas del agua y con vistas a los Alpes cubiertos de nieve en el horizonte

Vista del Lago de Zúrich desde la Bürkliplatz

Zúrich tiene fama de tener un ambiente intelectual y estilo germánico, a la que han llegado pensadores, escritores y artistas de la talla de Einstein, Mann, Joyce, Brecht y tantos otros.

Los símbolos de la opulencia y el consumo, representado por los bancos que se agolpan en edificios de la Bahnhofstrasse y otras céntricas avenidas,  los escaparates de los comercios nos tientan con joyas, marcas famosas de moda, relojes y delicados chocolates. Y además está el lago, el río, los montes y parques, palacetes y caserones que nos dan la imagen más bucólica y tradicional de la ciudad.

Orilla occidental del Limmat y torre de St. Peter con su famoso reloj
 Conocemos bien Suiza de otros viajes y pensábamos que Zúrich sería parecida a las otras ciudades que habíamos visitado anteriormente. Pues nada más lejos de la realidad. Fue una gran sorpresa. En nuestra opinión, esta ciudad no se parece demasiado a las otras ciudades suizas que ya conocíamos, y no me refiero a su respeto por el medio ambiente, su gastronomía... en esto sí que se parece, me refiero a su dinamismo, su vitalidad, su variada vida nocturna, la más animada de Suiza, los baños del lago y los baños fluviales en pleno centro de la ciudad, en resumen, su oferta de ocio y diversión.

Nos alojamos en un hotel en la Leonhardstrasse, a menos de cinco minutos del centro y con unas bonitas vistas de la ciudad. Como de costumbre, nada más dejar las maletas y plano en mano, bajamos la colina hacia la estación central, la Hauprbahnhof, donde se encuentra la oficina de turismo.

Al salir de la estación central, nos encontramos con el Museo Nacional Suizo. El edificio, construido en el siglo XIX con aspecto de castillo medieval, junto al río Limmat fue un perfecto punto de arranque para nuestra caminata. Se puede comenzar la visita, como hicimos nosotros, siguiendo el curso del río, que vertebra el casco urbano.

La meta está kilómetro y medio más abajo, en el Quaibrücke, el puente situado en el punto donde el lago rompe y forma la corriente del Limmat. El Quaibrücke se situa entre dos plazas que se dispuntan las hermosas vistas sobre el lago y compiten en monumentos: la Bellevueplatz y la Bürkliplatz. Éste y otro seis puentes unen los distintos barrios de la ciudad y sirven como miradores.

El foso de agua que tenía la ciudad de Zúrich se convirtió hace más de un siglo en la calle más comercial de la ciudad: la Bahnhofstrasse. También de la tradición de gremios medievales, se conservan hoy algunas casas como la Zunfthaus zur Waag, de principios del siglo XIII.

Orilla oriental del río. La Catedral al fondo
En la Niederdorfstrasse, una calle paralela al río, encontramos infinidad de restaurantes para todos los bolsillos, así como cafés y clubes. En uno de ellos entramos a comer, antes de que se nos pasara la hora y así descansar un rato.

Continuamos  nuestra visita por el monumento más cercano a la zona donde nos encontrábamos. La Grossmünster.

Las dos iglesias más representativas de Zúrich son la Grossmünster y la Fraumünster.

En la orilla oriental del río, encontramos la Grossmünster o Catedral. Un imponente edificio de estilo románico con algunos elementos góticos construido sobre otro templo de origen carolingio, entre los siglos XII y XIII, con una intensa decoración escultórica en capiteles, pilastras y claves de bóvedas, con vidrieras de Giacometti en los ventanales del coro y los frescos del siglo XV. El interior ha ido despejándose  de ornamentaciones para reflejar un ambiente austero propio del protestantismo. De hecho, se convirtió en la iglesia principal de la Reforma en Suiza.
Catedral

Sus dos torres gemelas,junto con el templo, son el monumento más emblemático de Zúrich, fueron construidas posteriormente. Se puede subir a una de ellas para obtener una panorámica de la ciudad.

Cruzando el Limmat por el Münsterbrücke, en la orilla occidental del río, encontramos la Fraumünster o Monasterio de las Damas, uno de los mejores ejemplos del periodo medieval y que se remonta al siglo IX, durante la dominación carolingia. Esta abadía fue el centro del gobierno de la ciudad ejercido por las abadesas.

Panorámica de Zúrich desde la torre de la Catedral
Durante sus siglos de existencia ha tenido diversas aportaciones como las vidrieras diseñadas por Giacometti en el brazo norte del crucero, aunque personalmente me parecen más hermosas las vidrieras situadas en los ventanales del coro y que llevan el sello de Chagall.

Merece la pena hacer una visita a esta antigua iglesia con audioguia para conocer la historia de esta importante abadía, tan estrechamente unida durante siglos a la historia de la ciudad.

Entre la abadía y el templo de San Agustín, del siglo XIII, encontramos un entramado de sinuosas callejuelas y plazas del medievo en las que debemos olvidarnos del plano y perdernos por ellas, paseandolas y disfrutando de su vista.

En el centro de este laberinto se encuentra la Iglesia de San Pedro, famosa por el enorme reloj que hay en su torre, uno de los más grandes de Europa y construido en el siglo XVI.

A poca distancia de St. Peter encontramos el parque Lindenhof, situado a cierta altura sobre el río y donde pudimos descansar bajo sus árboles, beber en su fuente y tomar unas bonitas fotos desde su mirador al río y a la otra orilla de la ciudad. Bajando de Lindenhof, llegamos a un bonito paseo junto al Limmat donde acuden los cisnes a comer.

El casco antiguo continua al otro lado del río con calles estrechas, donde el gótico se muestra en iglesias y caserones. 

Cerca de la catedral y construido sobre el río, pegado a su orilla oriental, se encuentra el Rathaus, un edificio de estilo renacentista del siglo XVII y que alberga el Ayuntamiento de la ciudad y el Parlamento del Cantón de Zúrich.

Ayuntamiento
Los lugares interesantes continúan a lo largo del paseo, ascendiendo por callejones, de esos que encontramos en las faldas del monte Zürichberg, repletos de comercios, cafés y que llevan hasta la explanada de la Universidad. 

Desde esa terraza se puede contemplar la ciudad desplegándose hacia el monte Uetliberg, con el gris de sus tejados y el verde del óxido en las agujas de las iglesias.

A esta parte de la ciudad se puede subir caminando o en el polybahn, un pequeño funicular que es un icono de la ciudad y que en un trayecto de apenas dos minutos, nos sube a la explanada de la Universidad. La subida es corta pero bastante empinada.

Bürkliplatz. El lago y al fondo los Alpes
Después de bajar hacia el río de nuevo, y cruzando a la otra orilla, paseamos por la archiconocida Bahnhofstrasse, una de las calles más caras y exclusivas del mundo, considerada la calle más cara de Europa y la tercera más cara del mundo. Evidentemente no compramos nada en sus comercios, pero tampoco era imprescindible
Listos para subir al barco


Al final de la Bahnhofstrasse, llegamos a la Plaza Bürkliplatz y al Puente Quaibrücke. Aqui comienza el Lago de Zúrich y los muelles desde donde salen los ferrys que navegan por el lago.

Nuestro paseo en barco por el lago duró 90 minutos, coincidió con la puesta de sol y fue muy, muy agradable.

El barco hizo paradas en los pueblos de las orillas del lago, con una brisa muy agradable, veíamos cada vez más cerca la imagen de los Alpes en el horizonte. Una de la parada fue en el pueblo donde está la fábrica de chocolate Lindt, y aunque pueda parecer una exageración, antes de atracar el barco, ya se olía a chocolate en el lago. ¡Impresionante!.

De vuelta a la ciudad, descansados, contentos con el paseo tan bonito, pensábamos ir a cenar, pero cuando vimos la ciudad iluminada, con sus monumentos reflejados en el río, nos olvidamos de la cena (de momento...) y nos dedicamos a pasear a lo largo del Limmat, a hacer fotos desde sus puentes y disfrutar de la vista nocturna de Zúrich.



Probablemente Zúrich ha sido la ciudad que más nos ha sorprendido del viaje. No pensábamos que sería tan interesante y bonita y la verdad es que nos ha encantado.

No sabría decir que nos ha gustado más, el lago, la parte medieval, sus vistas... Pero si sabemos que volveremos para disfrutar más con esta ciudad.







Al día siguiente salimos de vuelta a casa,  hicimos una parada en Ginebra para visitar el Cern y luego dormimos en Saint Genis des Mourgues. 


Para ver el viaje entero pinchad aquí.

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