En los días que estábamos pasando en Suiza, despertar con el sonido de los cencerros de las vacas y poder ver las montañas nada más abrir los ojos, era todo un privilegio para los que vivimos en la ciudad.
Eran esas experiencias de contacto con la naturaleza las que buscábamos cuando pensamos en hacer este viaje.
El glaciar Aletsch desde la cima. |
Visitar un glaciar era algo que queríamos hacer aunque fuese una vez en nuestra vida. Y además de tener cerca un lugar tan impresionante creado por la naturaleza, podíamos hacerlo desde dos cimas distintas. Era un espectáculo de la naturaleza que no se podía dejar de visitar si se viaja a Suiza.
Detallaré el acceso a dos de las mejores vistas del glaciar sin tener que caminar casi, accesible a familias con niños y personas mayores.
Nuestro plan del día era visitar el Glaciar Aletsch. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco por ser el mayor ventisquero de los Alpes, el glaciar más largo de Europa, y estar situado en un lugar de fácil acceso para hacer excursiones.
Teníamos la oportunidad de contemplar un glaciar de 23 km de longitud y 27.000 millones de toneladas de hielo.
A un paso del glaciar |
Queríamos ver el glaciar desde dos puntos distintos; primero desde Betten y Bettmeralp subir al Betterhorn, y por la tarde, cogiendo un tren hasta Fiesch, subir hasta el Eggishorn.
Para contemplar esta maravilla natural tuvimos que recorrer 170 km por la autopista A-9 dirección sur, desde Echarlens hasta el pueblo de Betten (1.203 m), donde dejamos el coche en un aparcamiento y cogimos el teleférico que nos llevó hasta Bettmeralp (1.957 m), un bonito pueblo de montaña con encanto y sin circulación de coches. Desde allí podíamos ver algunas de las cimas más majestuosas del Valais suizo.
Aunque la panorámica desde Bettmeralp era excepcional, el plato fuerte llegó cuando subimos en otro teleférico hasta el Betterhorn, desde donde se obtienen una de las mejores vistas del glaciar.
Para llegar a la cima del Betterhorn, hay que subir caminando a la parte alta de Bettmeralp donde encontramos el teleférico que salva los casi 1.000 metros de desnivel hasta el punto de observación.
Desde arriba, la vista que se obtiene del glaciar es en plena curva, lo que realza su belleza. Caminamos un rato para adentramos por las rocas y acercarnos más al hielo. Junto al mirador hay una terraza donde tomar algo mientras contemplas el paisaje montañoso que hay ante ti.
Después de caminar junto al glaciar y disfrutar de la panorámica, solo nos quedaba bajar a Bettmeralp para coger el otro teleférico que nos dejó otra vez en el aparcamiento de Betten.
Se nos había hecho la hora de comer, así que aprovechamos que estábamos en Betten para comer antes de continuar con la segunda parte de nuestra excursión: ir en tren a Fiesch para subir al Eggishorn.
En el tran Glaciar Matterhorn camino de Fiesch |
En Fiesch, y tras atravesar todo el pueblo caminando, cogimos el teleférico que nos llevó hasta el Eggishorn. Con este teleférico se podía llegar a la estación intermedia de Fiescheralp o llegar hasta la cima.
Vista de Fiesch |
Fue espectacular contemplar esas enormes masas de hielo en movimiento. Aunque debido a su gran tamaño, al Glarciar Aletsch no le afecta demasiado el calentamiento global, es sobrecogedor pensar que estos gigantes de hielo desaparecerán de nuestro planeta.
Fuimos afortunados porque el cielo estaba despejado (difícil a esa altitud de 3.000 metros de altura), hasta se veían las cimas de las montañas que rodean al glaciar, y cómo se juntan las tres lenguas del glaciar, entre ellas la del Jungfrau, en la llamada Plaza de la Concordia.
Eggishorn |
Pasamos un rato haciendo fotos junto a los mojones de rocas que encontramos por el camino.
La excursión acabó cuando el tren nos dejó de vuelta en Betten, y cogimos nuestro coche para volver a Echarlens.
Había sido un día excepcional. Un sueño hecho realidad. Aun nos quedaban días en Suiza, pero esa excursión fue muy especial.
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