Acantilados de Moher

Acantilados de Moher.


Partimos de Dublín a primera hora de la mañana, nos disponíamos a cruzar el país hasta su costa atlántica.


En   esta  excursión  viajamos  hacia  la costa oeste durante 211 km para llegar  a la pequeña  ciudad de Galway, y  desde  allí, a 104 km. hacia el sur, pero siempre por la costa, llegamos a nuestro destino, los Acantilados de Moher

Vistas de los Acantilados de Moher
Los Acantilados de Moher están en una de las zonas más espectaculares de Irlanda. Desde lo alto de sus paredes de 200 metros de altura sobre el Atlántico, a lo largo de 8 km de costa, se obtienen vistas magníficas de las islas Aran.

Las tres Islas Aran (Inishmore, Inishmaan e Inisheer) conservan núcleos prehístoricos como el de Dunluce.


En las paredes de los acantilados abundan aves como cormoranes y frailecillos 

Desde el centro de visitantes nos dirigimos hacia el norte, primero a la Torre O'Brien. El punto más alto desde donde ver los acantilados. 

Arriba Torre O'Brien
Fue el terrateniente Cornelius O'Brien quién mandó construir la torre en 1835 como mirador. 

Desde aquí las vistas son impresionantes. El azul del mar, el gris de la roca y el verde de las praderas forman un paisaje difícil de superar.

Los días que sopla viento fuerte hay que extremar las precauciones y no cruzar las vallas que limitan los caminos al borde de los acantilados.



Mientras disfrutas de las vistas, en la orilla del precipicio, sientes una sensación de miedo al pensar en la caída desde esa altura. Pero desde luego merece la pena llegar hasta la costa oeste para disfrutar de los paisajes. 


Seguramente fue aquí, junto a los acantilados, donde empecé a entender lo de misteriosa, salvaje y romántica Irlanda.


Por la tarde tomamos camino de vuelta a Dublín. Casi tres horas de trayecto hasta la ciudad. Mereció la pena.



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